Archive for marzo 2013

¡Mira, qué cosa más linda!

¿Cómo se debe sentir una persona al saber que una de las canciones que más veces se ha interpretado a lo largo de la historia fue compuesta para ella por alguien desconocido? ¿Se puede llevar esa carga durante cincuenta años y seguir llevando una vida aparentemente normal? Pues estas preguntas tendríamos que hacérselas a Helô Pinheiro, una carioca próxima a cumplir los setenta años y que cuando tenía diecinueve se convirtió en la Garota de Ipanema... sin saberlo.



A finales de los años cincuenta se desarrolló en Río de Janeiro un nuevo estilo musical basado en una forma particular e íntima de interpretar la samba, con instrumentaciones simples y salpicado de sofisticadas armonías extraídas de las corrientes jazzísticas de la época. Esta reformulación estética de un género local como la samba, vino impulsada principalmente por artistas de clase media blanca de los barrios acomodados de Copacabana e Ipanema (contemporáneos a los de la Generación Beat de Nueva York y California) con la intención de trasladarla de las calles populares a espacios más reducidos donde se pudiera escuchar con más tranquilidad. Esta nueva ola artística, en portugués local "bossa nova", se popularizó enseguida en los ambientes culturales cariocas hasta el punto de convertirse en un género propio. Entre los principales impulsores de este estilo se encontraban João Gilberto, Carlos Lyra, Sérgio Ricardo, Elizeth Cardoso, Tom Jobim y Vinícius de Moraes. Estos dos últimos (compositor y poeta respectivamente) formaban una pareja de inigualable creatividad. En 1958 habían trabajado juntos en la banda sonora de Orfeo Negro un drama musical de donde salieron piezas angulares del nuevo género como Se todos fossem iguais a você o Um nome de mulher. Ese mismo año Gilberto y Cardoso grabaron el disco Canção do amor demais, con composiciones de Jobim y de Moraes, considerado como la mayoría de edad de la bossa nova.

Chega de Saudade, de Vinícius de Moraes, cantada por Elizeth cardoso

Sin embargo, tras cuatro breves años de singladura, la bossa nova entró en crisis de personalidad. Según los puristas, el género se había pervertido demasiado, llegando a perder su marcado carácter brasileño. Mientras varios de los autores antes citados se reinventaban, Jobim y de Moraes seguían en su propia inercia trabajando en diferentes proyectos en la línea ya marcada. En 1962, ambos se encontraban enfrascados en la banda sonora de una comedia cinematográfica en la terraza del Bar Veloso, a una manzana de la playa de Ipanema. Camino de esa playa pasaba todos los días una belleza morena de diecisiete años, ojos verdes y esbelta figura que tenía embelesada a la pareja de artistas. Esta muchacha era Heloísa Eneida Menezes Pao Pinto, a la que todos llamaban Helô, hija de una acomodada familia de Río, que por la época estudiaba periodismo en clases nocturnas, daba clases particulares por las mañanas y paseaba su palmito en biquini todas las tardes rumbo a la playa más famosa de Brasil (vamos, lo que cualquiera de nosotros haría de buen gusto en nuestro tiempo libre si tuviera la suerte de vivir en pleno barrio de Ipanema)

La terraza del Bar Veloso en los sesenta, un nido de palomos en celo

El caso es que Helô tenía loquita a toda la clientela masculina del Veloso, y era habitual que los muchachos salieran en tropel a la terraza para verla pasar y atropellarla con todo tipo de piropos. Ella, coqueta y sabedora de las pasiones que levantaba, entraba en el bar con la excusa de comprar tabaco para su madre, momento en el que los numerosos casanovas se alborotaban a su alrededor, exagerando el cortejo hasta un punto teatral y divertido, que hacía sonreír a la morena y animaba el ambiente del local. Uno de esos casanovas, y no es un adjetivo gratuito, era Vinícius de Moraes. A punto de entrar en la cincuentena y con fama de amante prolífico (se llegó a casar ocho veces), no cesaba de tirarle la caña a la grácil Helô, que lo tomaba como uno más de los clientes enamorados del Veloso. Sin embargo algo encendió la musa en el corazón del poeta, cuando este desechó la letra de una de las composiciones de Jobim para la banda sonora (que por otra parte no le convencía) y la rehizo dedicándosela a la bella garota de la forma que ha quedado para la historia:

Olha que cosa mais linda, mais cheia de graça
É ela a menina que vem e que passa
Num doce balanço caminho do mar
Moça de corpo dourado, do sol de Ipanema
O seu balançado é mais que um poema
é a coisa mais linda que eu já vi passar
Jobim, de Moraes y su garota en un show de la TV italiana en 1978

Encantados con el resultado, Jobim y de Moraes la añadieron a su repertorio habitual con el nombre de Garota de Ipanema y pronto se hizo popular en los clubs nocturnos cariocas, llegando a ser interpretada por una buena parte de los músicos de bossa nova de la capital. La primera grabación comercial del tema la realizó Pery Ribeiro en 1963, incluyéndola en su álbum É todo bossa (Odeon), pero la explosión llegó cuando Verve publicó al año siguiente Getz/Gilberto, un mítico trabajo en el que se conjugaba la creatividad de Jobim y de Moraes con el talento interpretativo de João Gilberto y Stan Getz, en una original e irrepetible fusión de ritmos brasileños con el jazz norteamericano. Este álbum internacionalizó el estilo bossa nova, para disgusto de los puristas, y abrió un nuevo camino artístico en el futuro explorado con éxito por diferentes intérpretes. Junto a Garota de Ipanema, el disco incluía temas de la categoría de standard tales como Corcovado o Desafinado. Getz/Gilberto obtuvo 3 grammys, incluyendo el de mejor álbum del año y el de mejor álbum de jazz instrumental, siendo además el primer trabajo de jazz en conseguir el premio al mejor álbum.

Garota de Ipanema, de Gilberto y Getz, acompañados por Astrud Gilberto

La popularidad de Garota de Ipanema se extendió por todo el mundo y casi todas las estrellas de la música la han llevado a estudio, desde Frank Sinatra a Stevie Wonder, passando por Nat King Cole, Ella Fitzgerald, The Supremes, Sarah Vaughan, o Madonna. Como instrumental standard de jazz se ha grabado incontables ocasiones, por lo que se considera la segunda obra musical más interpretada en toda la historia, después de Yesterday de The Beatles.

Lady Fitzgerald, una clásica con un clásico

Ajena a toda esta trascendencia, la joven Helô continuaba paseando su figura por las calles de Ipanema y seguía entrando en el Veloso en busca del tabaco materno. En 1965, con el tema en la cresta de la ola, Vinícius y Tom abordan a la ingenua muchacha y le confiesan que la garota de la canción es ella. Imaginemos por un momento la cara de sorpresa, la bolsa playera y las cajetillas de cigarrillos por los suelos, al saber que aquello que todo el mundo canta, aquello que se ha convertido ya en el himno oficioso de Río de Janeiro, está dedicado a una misma... Y mamá en casa esperando el Marlboro. La relación de Heloísa y los dos artistas dio un giro venturoso. Se entabló una amistad no empañada por la insistencia de los artistas en tirarle los tejos a la garota, una amistad que pervivió incluso cuando Jobim recibió las calabazas de su vida y vio como la bella bañista se acababa casando con el ingeniero Fernando Pinheiro.

Vinícius de Moraes y Helô Pinheiro, buenos amigos (sólo amigos)

Helô Pinheiro continuó con su vida pero no pudo abstraerse de la "responsabilidad" de haber contribuido a la creación de un clásico musical de primer orden. El interés mediático le persiguió durante los setenta y los ochenta y ella, de alguna manera, supo aprovecharlo. Fue portada de Playboy en 1987 y en 2003 (esta última junto a su hija Ticiane), presentó varios programas de televisión brasileños, tipo magazines y talk show (trabajos que aún desempeña) y creó una línea de ropa (de playa, naturalmente) que comercializa con el nombre de Garota de Ipanema, cosa que le ha llevado a varios conflictos legales con los herederos de Jobim y de Moraes por la apropiación del nombre. Pero, siendo justo, ¿quién sino ella tendría la legitimidad moral de usar ese nombre?

Heloísa, en la actualidad, conserva la belleza que cautivó una generación de artistas
Lista Spotify con varias versiones de Garota de Ipanema:


Licencia de Creative Commons

Eh, Joe, mejor que eches a correr


Jimi Hendrix. Y con esto ya debería bastar. Podemos discutir que se le haya considerado el mejor guitarrista de la historia y uno de los más grandes músicos del siglo XX, pero lo que nadie pone en duda es que el autor de Voodoo Child, Little Wing o Purple Haze fue un artista innovador en todos los aspectos (melódico, interpretativo, escénico, etc): un auténtico punto de inflexión en el recorrido musical de los sesenta, al que dotó de forma, estilo y sobretodo de un nuevo marco de experimentación que otros más tarde supieron explotar. Pero, ¿cuál fue el punto de inflexión del propio Hendrix en su carrera artística? ¿En qué momento se pasa de ser un músico de incierto futuro como mercenario en grupos itinerantes a convertirse en un número uno? Pues ese momento se llama Hey Joe.

A principios de 1966, Jimi Hendrix recaló en el Greenwich Village de Nueva York en busca de un sitio dentro del ambiente cultural de moda en la época. Allí conoció a Chas Chandler, bajista de The Animals, que en ese momento barajaba la posibilidad de iniciar sus pinitos como mánager y productor de nuevos talentos. Chandler quedó alucinado con la interpretación que Hendrix hacía de Hey Joe, un tema con el que The Leaves estaban alcanzando un cierto éxito (nº31 en el Billboard Hot 100)

The Leaves y su versión de Hey Joe en televisión

The Leaves era una banda californiana de sonido garage creada en 1963 por el bajista y cantante Jim Pons (junto a John Beck, Bill Rinehart, Tom Ray y Robert Lee Reiner) y que hasta entonces solo contaba con un meritorio trabajo pero sin repercusión fuera de la escena local (Too Many People, 1965) Es el momento dulce del pop-rock en Estados Unidos, hay grupos por doquier en busca del éxito y resulta difícil zafarse en la vorágine musical que impera. Pons y el productor Nick Venet creen haber encontrado el trampolín a la fama con una versión garage de un presunto tema tradicional que llevan a estudio en noviembre de 1965. El sencillo va al mercado con el título Hey Joe, Where You Gonna Go pero no tiene el gancho suficiente y resulta un fracaso con todas las de la ley. Pons y la discográfica Mira siguen creyendo en el tema y antes de que otros se apropien de la versión y la mejoren, recomponen el proyecto gracias al nuevo productor Norm Ratner y regresan al estudio para mejorar el sonido final. Este segundo trabajo es todavía peor, pero lejos de tirar la toalla, Ratner continúa en sus trece y adopta medidas drásticas: convence al grupo de la necesidad de un salto cualitativo, sustituye al guitarrista Rinehart por Bob Arlin y le aplica una distorsión verdaderamente garage, dándole al tema un toque más enérgico y resultón. En mayo del 66 el sencillo, rebautizado ya como Hey Joe, alcanza el primer puesto en las listas de Los Ángeles y llega al 31º en el Billboard Hot 100 a nivel nacional. Aunque para entonces ya era un poco tarde y los peores presagios de The Leaves se habían cumplido: el tema era demasiado bueno y otros grupos de mayor talento se lo llevaron a su causa. Entre los ladrones hay que destacar a The Standells, Love y The Byrds, que la incluyeron en los álbumes que publicaron ese mismo año, conservando el estilo garage original.

La versión de The Byrds

Uno de los grupos californianos que alternaba el sonido fuzzy con el incipiente rock psicodélico fue The Music Machine. Ese verano del 66, publican una versión de Hey Joe en su primer álbum (Turn On) The Music Machine con un ritmo más pausado y melancólico que evoca significativamente a las formas de Hendrix, cambiando además el tono de La a Fa#. El sonido psychedelic está en consonancia con el emergente gusto de los beatniks de la costa oeste, una corriente que enlaza la tradición musical country y blues con el ruido sucio y transgresor de la guitarra eléctrica. En estas llega Tim Rose, integrante de The Big Three, que en 1966 inicia su carrera en solitario por las salas del Village de Nueva York y versiona Hey Joe (con la coletilla You Shot Your Woman Down) en un sencillo publicado por Columbia y con los arreglos folk-rock que todos conocemos (con el tono en Mi)


La versión de The Music Machine


La versión de Tim Rose

Y ahora volvemos a Chas Chandler, que ese verano se patea los garitos del Village buscando un artista de nuevo cuño que promocionar y acaba conociendo a Rose en el Cafe Wah? y escuchando su versión de Hey Joe. Decidió que ya había encontrado el tema y su cantante pero cuando estaba haciendo el cuento de la lechera en el Wah? salió al escenario Jimi Hendrix y a Chas se le atragantó el whisky. Porque Jimi era un depredador en toda regla: acechaba a los demás, en silencio, absorbía su música, la devoraba sin contemplaciones y después de digerirla bajo su particular concepto la expulsaba en sus seis cuerdas de una forma única e irrepetible. Lo hacía con todos los músicos que tuvieron el honor de tocar junto a él y también hizo lo mismo con Tim Rose y su canción. Su versión era rítmicamente deliciosa, de interpretación vocal brillante, dramática (como requiere el contenido de la letra) y con solos y riffs como soluciones guitarrísticas impactantes y novedosas. Lo nunca visto. Esa noche Chandler encontró el cielo abierto y Hendrix su punto de inflexión. Todo lo que vino después es harto conocido; se fueron a Londres, hicieron fortuna y cuando Jimi volvió en 1967 a California el público se rindió irremediablemente a sus pies.

Jimi Hendrix en el Festival de Monterey (18-06-1967)

Dejando de lado a Hendrix, en esta historia hemos constatado la ley de la selva que de alguna forma imperaba en la escena musical norteamericana. Grupos que versionan a otros sin ni siquiera esperar a que se conviertan en famosos, quitándose las canciones de forma descarada. Sobretodo cuando el tema a versionar es un tradicional por el que no has de pagar royalties. En los años sesenta la cuestión era tener un sonido propio y reconocido por el público. Tu versión es la que ganará si la haces mejor que los demás y ejemplos hay para llenar una discoteca. Las bandas fusionaban folk, rock, pop, blues, jazz, country y cualquier cosa que pudiera llenar un álbum y si triunfaban ya sabían por dónde tirar. En esta guerra sucia no eran inocentes las discográficas que presionaban a sus artistas para extraerles todo el jugo posible. Como ahora. Como siempre, vamos. Y en la selva nunca se recuerdan las víctimas, quedan en el olvido absoluto. Eso es lo que le pasó a la (supuesta) víctima de esta historia: Billy Roberts.

Billy Roberts

William Moses Roberts Jr. es un cantautor de Carolina del Sur y es el verdadero compositor de Hey Joe. A principios de los 60 Roberts recaló en el Greenwich Village (otra vez este barrio, sí) donde actuaba en plena calle y en cafés de medio pelo. Es en esa época cuando compone Hey Joe, registra sus derechos de autor (en 1962) y se larga a California a buscar mejor suerte. Allí forma un trío folk y parece que mejoran sus perspectivas, participando en numerosos conciertos y festivales a lo largo de toda la costa Oeste. La nochevieja del 64 actúa en la prisión de San Quintín como telonero de un elenco de excepción: Louis Armstrong, Sarah Vaughan y Johnny Cash entre otros. Entre la audiencia, cumpliendo pena por delito de drogas, se encontraba Dino Valenti, más tarde guitarrista de Quicksilver Messenger Service.
A finales de 1965, casi un año después, Billy Roberts es alertado por su amigo Hillel Resner de que The Leaves han grabado el sencillo Hey Joe. Puesto el caso en manos de abogados, descubre que un tal Dino Valenti se declara autor del tema y que tiene firmado un jugoso contrato de publicación con Third Story Music. ¿Atan cabos? Los abogados de Roberts litigan con Valenti y recuperan los derechos de autor, aunque no impiden que en los meses posteriores casi todas las versiones publicadas en distintas discográficas aparezca el suplantador en los títulos de crédito. Y mientras tanto, en la costa Este, cuando Hendrix y Chandler ya han dejado el Village con destino Londres, Tim Rose insiste en que Hey Joe es un tradicional que ya conocía antes de que The Leaves publicaran su sencillo y reclama los derechos por sus arreglos. El desconocido Roberts tocando en el Village a principios de los sesenta, Rose arreglando canciones en el Village a mediados de los sesenta... ¿Ven lo que les decía de la ley de la selva?

Dino Valenti, el listo

Y ahora viene lo bueno. Aunque la controversia legal continúa hoy en día, oficialmente Bill Roberts es reconocido como el autor de la obra pero existen ciertos antecedentes musicales que delatan que de original tenía bien poco. El primero es el tema homónimo He Joe! de Boudleaux Bryant grabado en 1953 por Carl Smith y que presenta un formato de pregunta-respuesta similar al de la letra de Roberts. Aunque esta doble coincidencia no va más allá de eso, de una coincidencia.

El segundo antecedente, este un poco más importante, es el contenido de la letra en sí. La canción nos habla del drama del pobre Joe, que tras matar a su mujer planea abandonar el país para evitar ser colgado. Es el mismo tema de fondo de la (esta sí) tradicional balada folk Little Sadie, si bien en la versión popular el asesino (Lee Brown) acaba detenido, juzgado y con sus huesos en la cárcel. Clarence Ashley la llevó a estudio en 1930 y, posteriormente, acabó transformada por T. J. "Red" Arnall en la famosa Cocaine Blues, standard country por excelencia. Esta similitud en las letras se hacen más evidentes cuando descubrimos que Little Sadie tiene su origen más que probable en la zona de los Apalaches que comparten las dos Carolinas, justo la tierra natal de Billy Roberts.


Primera grabación de Little Sadie (Clarence Ashley, 1930)

Y la prueba definitiva, es la construcción armónica del tema, formada por una secuencia de cinco acordes mayores en un ciclo de quintas que es sospechosamente clavada a la de Baby, Please Don't Go To Town, obra original de 1955 de Niela Miller... ¡La novia de Roberts!


Baby, Please Don't Go To Town (Niela Miller, 1955)

Niela Miller está convencida del plagio de su ex, no solo en la composición sino incluso en el formato de  pregunta-respuesta en el que está construida la letra, pero aún desoyendo a abogados de prestigio, se ha abstenido todo este tiempo de embarcarse en pleitos que, según ella, no conducen a nada (y bien que hace de no meterse en esa selva de donde podría salir devorada). Cruel metáfora final de la letra de la canción: Joe mata a su mujer y huye a México para salvar su vida, mientras Billy roba a su novia Niela y escapa al Village de Nueva York para iniciar su carrera. Pero ya lo dijo el sabio, no hay donde escapar cuando se huye de uno mismo.

-El verdugo no me va a coger. Nadie me va a poner la soga al cuello.
Será mejor que me creas. Me debo ir ahora.
-Eh, Joe, será mejor que eches a correr.
-Adiós a todos.
-Eh, Joe, corre

Bonus Track: Para finalizar, dejo aquí algunos ejemplos de diferentes versiones de Hey Joe para comprender la transcendencia que tuvo (y aún conserva) en la historia del rock. Sobretodo teniendo en cuenta que alrededor de 1.700 artistas han hecho su particular homenaje al tema de Billy Roberts. O Niela Miller. O... vete a saber quién.

1968-Deep Purple, de su álbum Shades Of Deep Purple

1969-Wilson Pickett, de su sencillo Hey Joe

1992-Willy Deville, de su álbum Backstreets Of Desire

1996-O Rappa, de su álbum Rappa Mundi

2009-Bap Kennedy, de su álbum Howl On


Lista Spotify con varias versiones más de Hey Joe:




Licencia de Creative Commons

- Copyright © Keep On Tracks... - Hatsune Miku - Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan - Adapted by John Kaimos -