Posted by : John Kaimos 23 agosto 2013


Al caer la noche del 7 de junio de 1977 una barcaza remonta el río Támesis desde el Puente de Londres. Al pasar por los muelles de Westminster, muy cerca del Parlamento británico, un ensordecedor escándalo surge de la embarcación al tiempo que se encienden varios focos cegadores. A bordo se encuentran, además de varias decenas de borrachos con ganas de brega, un grupo de músicos punk que comienzan a tocar con toda la mala baba posible mientras multitud de personas se agolpan a la orilla del río para ver qué es aquel extraño concierto que perturba la calma nocturna. Es la víspera de la Reunión de Jefes de Gobierno de la Commonwealth, una de los más importantes ceremonias encuadradas en los actos del Jubileo de Plata de la Reina Isabel II. Así que, en cuestión de minutos, la barcaza es abordada por lanchas de la policía y se monta una importante trifulca que acaba con la detención de varios tripulantes, entre ellos, el organizador del concierto fluvial, Malcolm McLaren. Pero antes de que los agentes de Su Majestad detengan la barca, el grupo tiene tiempo de tocar con toda la intensidad y rabia posible la canción que motiva aquel desafío: Las casas del Parlamento de Inglaterra escuchan claramente como los Sex Pistols interpretan God Save The Queen, su tema más maldito en el lugar más sagrado.

God Save The Queen, el himno oficial de los... Sex Pistols

God Save The Queen supuso la coronación definitiva del movimiento punk al transgredir el sancta santorum de la sociedad británica: la monarquía. Los Sex Pistols habían jugado anteriormente al borde de la línea roja de lo políticamente aceptable por el establishment de la época, pero cuando el 25 de mayo de 1977 consiguen sacar al mercado el single con la carátula de Isabel II, una bomba de cien megatones estalló en pleno corazón de la City. La propuesta de los pupilos de McLaren sobrepasaba los límites de lo tolerable y, además, en plena celebración del aniversario de la Corona. No sólo por "versionar" el himno oficial del Reino si no por los insultos vertidos a su titular.

Dios salve a la Reina, a su régimen fascista.
Hace de ti un idiota, una bomba de hidrógeno en potencia.

Dios salve a la Reina, ella no es ningún ser humano.
No hay futuro en los sueños de Inglaterra.

Que no te digan qué tienes que hacer,
que no te digan qué necesitas
No hay futuro, no hay futuro para ti.

Dios salve a la Reina, lo decimos en serio, tío.
Amamos a nuestra Reina; Dios la salva.

Dios salve a la Reina, porque los turistas son dinero,
y nuestra figura decorativa no es lo que parece ser.

Oh, Dios salve a la Historia, Dios salve a tu loco desfile.
Oh, Señor, Dios tiene clemencia. Todos los crímenes se pagan.

Cuando no hay futuro, cómo puede haber pecado.
Somos la flores en la basura, somos el veneno en tu máquina humana.
Somos el futuro. Tu futuro.

[Dios salve a la Reina, lo decimos en serio, tío...]
No hay futuro, no hay futuro para ti.
No hay futuro, no hay futuro para mí.


Sid Vicious, Johnny Rotten, Paul Cook y Steve Kones, la formación más conocida

Los Sex Pistols tuvieron su embrión en The Strand, un grupo sin grandes pretensiones formado por el guitarrista y cantante Steve Jones a principios de los setenta. Tocaban un estilo llamado pub rock, una evolución tardía del garage británico de mediados de los sesenta, aderezado con fuertes dosis de rock and roll simple y alejado del virtuosismo del rock psicodélico y del rock sinfónico. Frecuentaban ambientes rebeldes del barrio de Chelsea, donde predominaban las doctrinas anarquistas y situacionistas, muy revalorizadas tras las revueltas juveniles de mayo del 68. El principal lugar de reunión de Steve Jones y los suyos era la tienda de ropa SEX, regentada por Malcolm McLaren y Vivienne Westwood. Esta tienda estaba especializada en el look rocker motero, muy popular en los seguidores del pub rock que se identificaban con la imagen de los primeros grupos rockers de finales de los cincuenta. La dependienta principal, conocida como Jordan, causaba sensación entre la clientela por su innovadora forma de vestir y peinarse, muy al estilo sadomasoquista, marcando una tendencia a la postre vital en el futuro movimiento punk.

Pamela Rooke, más conocida como Jordan, dependienta sui generis de la tienda SEX

En 1974 McLaren se hace mánager de The Strand y ficha a Glen Matlock como nuevo bajista. Después de regresar de un viaje a Nueva York, donde grupos como New York Dolls o Television estaban creando el germen del punk americano, se implicó con determinación en la carrera de sus pupilos y convenció a Jones de contratar un cantante que reflejara fielmente la nueva estética del movimiento. No necesitaban una gran voz, sólo querían que no tuviera el pelo largo y no vistiera como un hippie. Se presentó un tipo llamado John Lydon, con el pelo corto y teñido de verde, con una camiseta sucia y rota estampada con el lema "Odio a Pink Floyd". Fue suficiente. Cumplía todas las expectativas, no sólo por la imagen sino por su carácter marcadamente contestatario. Steve Jones rebautizó a Lydon como Johnny Rotten por su maloliente aliento y refundó The Strand, que pasó a llamarse QT Jones And His Sex Pistols, abreviado más tarde a Sex Pistols.

Así terminaban los conciertos de Sex Pistols. Haciendo amigos

Los primeros bolos de Sex Pistols cosecharon lo esperado. Eran incapaces de completar un concierto sin que terminara como el rosario de la aurora o sin que otros grupos les desconectaran los amplificadores para detener su diabólico volcán de sonido. El primer recital de cierto éxito llegó el 12 de febrero de 1976 en el Club Marquee, sin que se despejaran dudas sobre el compromiso de Rotten de cumplir las mínimas normas de civismo: al final de la actuación, el cantante arrojó al público todo lo que estaba al alcance de su mano, incluida a la partenaire habitual del grupo, la célebre Jordan.

Una de sus primeras actuaciones en TV, con Jordan dando patadas a los amplificadores

En octubre consiguen firmar con EMI para sacar al mercado su primer sencillo, Anarchy In The U.K. En este tema se daban cita todas las doctrinas aprendidas en la trastienda de McLaren y Westwood y constituía la tarjeta de presentación del movimiento punk en Gran Bretaña, alcanzando un sorprendente puesto 38 en la lista UK Singles Chart. La promo del single no defraudó a sus seguidores, pues continuaron los escándalos tanto en giras como en actuaciones televisadas en directo. Para colmo, el grupo se reafirmó en la polémica al despedir en 1977 a Matlock por considerarle poco punk (había confesado escuchar a The Beatles, algo imperdonable para Rotten y Jones) y sustituirle por un nuevo vendaval incontrolable: Simon Ritchie, más conocido con el elocuente apodo de Sid Vicious. Heroinómano y buscapleitos, Sid era una vuelta de tuerca más a la imagen demoledora que la audiencia tenía de los Sex Pistols. Inventó el baile pogo, típico de los conciertos punk, con lo que puso un argumento más para que se identificara al género con el descontrol y la violencia gratuita.

Sid Vicious, un agitador dentro y fuera del escenario

Y, entonces, la carrera de Sex Pistols llegó al punto culminante con God Save The Queen. En marzo de 1977 fichan por A&M Records, discográfica dispuesta a soportar la polémica a cambio de buenos royalties. Con el tema ya grabado y 25.000 copias dispuestas a salir al mercado, grupo y compañía escenifican la firma del contrato en una reunión que sería recordada como el culmen del escándalo, con agresiones sexuales a secretarias, peleas por los pasillos y drogas y alcohol a mansalva. A&M no espera ni una semana más, rompe el compromiso con Sex Pistols y destruye las copias para alivio de las autoridades. Pero esto no fue más que una demora. En mayo son contratados por Virgin que les producen el disco pese a las protestas de los trabajadores de la fábrica de prensado, conocedores de la letra que están a punto de publicar. El día 27 de ese mes, God Save The Queen sale a la venta frente a una marea general de indignación. El veto de las principales tiendas musicales, de la BBC y del resto emisoras de radio británicas, convirtieron al tema en el más censurado de la historia. Pero McLaren y los suyos no se amilanaron y continuaron con la campaña de promoción, coincidiendo con el Jubileo de Plata de la Coronación real. A la semana del episodio del Támesis, God Save The Queen alcanza el puesto número 2 en la UK Singles Chart, contra todo pronóstico y contra todo deseo de la pacata sociedad británica, insultada en lo más sagrado: la corona y su himno nacional.

El concierto en el Támesis para celebrar el Jubileo de la Reina Isabel II

El himno oficial del Reino Unido es God Save The Queen (King cuando el soberano es varón) y tiene una historia muy curiosa que por sí sola echaría por tierra esa sacralidad que los ingleses le presumen. El origen de esta cantata está en la Francia del Antiguo Régimen, durante el reinado de Luis XIV -el famoso Rey Sol-. En 1686 el rey no pasaba por sus mejores momentos. Hacía años que padecía una fístula anal que prácticamente le incapacitaba para ejercer el gobierno del país. Sometido a dolorosos tratamientos de dudosa eficacia, Luis dice basta y pide a su cirujano personal que acabe de una vez por todas con su sufrimiento cortando el problema de raíz, literalmente. Extirpar hemorroides es algo novedoso al tiempo que arriesgado, pues ni siquiera el primero de los franceses está libre de las infecciones que tal carnicería podría provocar. Toda la corte permanece en vilo hasta que el médico confirma el éxito de la operación y el total restablecimiento de su majestad. Francia entera se echa las calles para festejar la buena noticia y se suceden las muestras de júbilo mediante obras teatrales, poemas y cánticos, perpetrados por advenedizos cortesanos deseosos de figurar. Como la duquesa de Brinon, superiora de la Maison Royale de Saint Louis (un internado para señoritas nobles venidas a menos), que compone un motete basado en los Salmos del Rey David. Al año siguiente Jean-Baptiste Lully, el compositor favorito de Luis XIV y director de la Real Academia de Música, reúne en un Tedeum varias de las composiciones dedicadas a agradecer a dios la curación del rey e incluye el motete de Madame Brinon bajo el título de Grand Dieu Sauve Le Roi, haciendo varios arreglos de cosecha propia que confieren a la obra la forma que hoy en día conocemos.

La original Grand Dieu sauve le Roi, de Brinon/Lully (1686)

La tonada es celebrada y muy popular, convirtiéndose en la representación no oficial de la monarquía durante el resto del reinado de Luis XIV. Georg Friedrich Händel, en su vista a París en 1714, queda impresionado por el entusiasmo que el himno cosecha en todos los estratos sociales de Francia. Cuando ese mismo año es llamado a Londres para componer la banda sonora de la coronación del rey Jorge I, no se le ocurrió otra cosa que echar mano de la obra de Lully adaptando la letra al inglés. Desde entonces, y al igual que en el reino vecino, la cantata se convierte en el himno oficioso del país, no refrendado por el Parlamento pero cantado en todas las ceremonias donde el soberano hace acto de presencia. Después de las Guerras Napoleónicas, cuando en Europa se restauran las monarquías absolutas, éstas adoptan God Save The King como himno particular. Así, tanto el Imperio Ruso (Molitva Russkikh, desde 1816 a 1833) como el Alemán (Heil dir im Siegerkranz, desde 1871 a 1918) y después monarquías tan variopintas como Noruega (Kongensangen, desde 1906) y Liechtenstein (Oben am Jungen Rhein, a partir de 1951) lo declararon himno oficial. Hoy en día, es representativo de los países de la Commonwealth, que tienen a la reina británica como jefe de estado (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, etc.) Curiosamente, dos países sin monarca como son Suiza (Rufst Du, Mein Vaterland, de 1850 a 1961) y los Estados Unidos (My Country, 'Tis Of Thee, hasta 1931), tuvieron esta tonada como himno nacional en determinado momento de su historia aunque, claro está, con la letra totalmente modificada.


El himno británico y de muchos otros países

Después de God Save The Queen, los Sex Pistols deciden publicar su primer álbum, llamado Never Mind The Bollocks, Here's The Sex Pistols, según la revista Rolling Stones el disco más excitante del rock de los años setenta. A pesar de ser más un recopilatorio de sencillos anteriores que un trabajo novedoso, el álbum continuó siendo una provocación total, con groserías hasta en el mismo título, y recabó la protesta explícita del mismísimo ministro de educación. De nada le valió a éste emprender una campaña de boicot contra el álbum, prohibiendo anuncios o presionando a las tiendas para censurar su venta. En diciembre de 1977, Never Mind The Bollocks se convirtió en el número uno en ventas en las listas británicas, poniendo al punk en la cúspide del panorama musical. Sin embargo, poco imaginaban Malcolm McLaren y los suyos que esa bomba de relojería ya tenía la mecha encendida y le quedaba menos de un mes para estallar por los aires. 1978 comenzaba con los Sex Pistols de gira por el profundo sur de Estados Unidos. Se buscaron a propósito actuaciones en locales frecuentados por rednecks de extrema derecha, garitos que acababan con el mobiliario hecho añicos. En esta gira Sid Vicious sacó lo peor de su repertorio y terminó en numerosas ocasiones entre rejas. Iba tan pasado de vueltas que Johnny Rotten, que no era precisamente un dechado de virtudes, decidió que ya había bastante y abandonó la gira volviendo a Londres. Sin Rotten el grupo continua unos meses más en los que Sid se hace con el micrófono, grabando My Way y alcanzando un meritorio sexto puesto en la UK Singles Chart. A finales de 1978 los Sex Pistols ya no existen; Rotten y Sid inician sus carreras en solitario, el primero recuperando su nombre original (John Lydon) y el segundo afincándose en Nueva York y compartiendo escenarios y jeringuillas con Nancy Spungen. El 2 de febrero de 1979 Sid Vicious murió por una sobredosis de heroína confirmando el mensaje de God Save The Queen: que no había futuro alguno y, menos, para el punk.

Sex Pistols, una intensa y corta historia de provocación y protesta

La reina Isabel II tiene por costumbre no cantar nunca God Save The Queen. Quizá sea mal augurio pedir a Dios por su salvación personal, quién sabe. El caso es que por el tiempo que lleva reinando y por la buena salud que aparenta, podríamos decir que Dios ha hecho caso de las plegarias de los británicos, ya sea a través de la tonada de Lully o de las guitarras de Sex Pistols. De momento el futuro es incierto para muchos británicos aunque quizás para su hijo Carlos sea un poquito más oscuro.

Lista Spotify con varias versiones de God Save The Queen:


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