Posted by : John Kaimos 28 junio 2013


Al comenzar la década de los años treinta, Walt Disney ya había conseguido ganar su primer millón de dólares. Tras un inicio titubeante en el mundo de la animación, la primitiva Disney Brother's Studio consiguió consolidarse como un proyecto serio en 1928 tras el nacimiento de su más celebrado personaje, el ratón Mickey Mouse. Los dos primeros cortometrajes en los que aparecía el famoso ratón de cuatro dedos fueron en el habitual formato mudo, pero tras el desdén que cosechó de los distribuidores, Disney decidió aprovechar las nuevas tecnologías y su tercera película Steamboat Willie ya incluía el sistema de sincronización de sonido Cinephone, con el que dotaba de voz al roedor dando así comienzo a una larga y fructífera carrera cinematográfica. Sin embargo, en 1932, parecía que todo se estancaba. Ciertamente el éxito de Mickey Mouse fue tan apabullante que su sombra oscurecía cualquier nuevo proyecto de la factoría. La nueva serie de cortos musicales Silly Symphonies, estrenada un año después de Mickey, no acaba de alcanzar el nivel deseado y las distribuidoras exigieron a Disney que se asociara de alguna manera al célebre ratón, ya fuera incluyéndolo en el reparto o, cuanto menos, con su imagen en los créditos iniciales presentando la película. No era un buen momento para dejar de remar. Corrían malos tiempos para los negocios, con una crisis económica muy acentuada y un país al borde del colapso social. Además, otra productoras con más recursos, como Universal y Warner, empezaban a meter el pie en el mundo de la animación amenazando con echar por tierra los esfuerzos de la compañía. Sin embargo, en un eficaz ejercicio de supervivencia, Walt Disney supo explotar de nuevo las técnicas que estaban a su alcance para reanimar la empresa, y contrató un novedoso proceso de Technicolor que adaptó en exclusiva para sus Silly Symphonies. El primer corto totalmente en color, titulado Flowers and Trees, fue un total éxito y consiguió que la serie musical concentrara la merecida atención del público casi tanto como Mickey. Un año después, en mayo de 1933, la serie estrenaba un episodio crucial en la historia de Disney: The Three Little Pigs (Los tres cerditos), que incluía la canción Who's Afraid of the Big Bad Wolf? (¿Quién teme al Lobo Feroz?)

The Three Little Pigs, en versión española* (ver Notas)

Three Little Pigs es una revisión de la clásica fábula del mismo nombre dirigida por Burt Gillett y con guión de Boris Morkovin. La historia, por conocida, no dejaba de ser una sorpresa para el habitual público de los dibujos animados puesto que, de forma novedosa, dotaba a cada personaje de una identidad bien diferenciada. Hasta ese momento las historias en el cine animado presentaban a protagonistas únicos, acompañados como mucho por secundarios que formaban un todo uniforme, sin profundizar demasiado en ellos. Con la personalidad propia de cada uno de los cerditos, Morkovin pudo desarrollar mejor el argumento y ofrecer un relato más al estilo del cine convencional. Para completar esa caracterización, se echó mano de varios actores de reparto, habituales de las novelas radiofónicas: Mary Moder (Fiddler, el cerdito violinista), Dorothy Compton (Fifer, el flautista), Pinto Colvig (Practical, el gorrino práctico) y Billy Blechter (el fiero Big Bad Wolf)

Disney y Churchill (al piano) junto a Fiddle, Practical y Fifer

El dibujo corrió a cargo de Norman Ferguson y del numeroso equipo de animadores de la factoría (entre ellos, Art Babbitt y Fred Moore). Después de un año madurando las técnicas del Technicolor, Ferguson y los suyos pudieron presentar un trabajo muy rico en tonos y matices que marcarían posteriormente la línea a seguir en Disney. Los personajes adoptaban posturas y movimientos muy realistas, que facilitaban la identificación del espectador con su particular personalidad. Antes del estreno, sin embargo, tuvieron que modificar la escena en la que el Lobo Feroz se disfraza de feriante de cepillos para alejarlo de la imagen del buhonero judío que tanto se ridiculizaba, sobretodo en la Europa Central. La regla siempre observada por Walt Disney de ser lo más políticamente correctos en sus dibujos impuso retirar la narizota y la barba larga tan estereotipadas que podía herir ciertas sensibilidades.

A la izquierda la versión original y a la derecha la censurada (o políticamente correcta, mejor dicho)

Nótese el parecido con los vendedores judíos que recorrían Europa

 
La versión de habla inglesa que se estrenó en 1933, con el Lobo sin nariz de judío

Y, por último, la clave final del éxito vino de la mano de Carl W. Stalling y su dirección musical. Bajo su supervisión, Frank Churchill y Ann Ronell compusieron el tema principal de la película, Who's Afraid of the Big Bad Wolf? que se convertiría, a la larga, en la banda sonora de la época de la Gran Depresión. Tras cuatro años sumidos en una desbordada recesión económica, el pueblo norteamericano parecía haber tirado la toalla. El desánimo y el derrotismo atenazaban a una población que sufría los avatares de una crisis impensable una década atrás, un desastre de tal magnitud que ponía en entredicho un sistema político que parecía hasta hacía poco el mejor de los posibles. Los Estados Unidos estaban recorriendo un camino muy peligroso, en una época en que las alternativas del fascismo o del socialismo amenazaban los cimientos de su democracia. Tras las fracasadas políticas aplicadas para revertir la crisis, en 1932 se imponía un cambio de rumbo. Franklin D. Roosevelt fue elegido con la esperanza de sacar al país de un pozo cada vez más profundo y de alejarlo de un horizonte negro y espantoso. Las medidas intervencionistas que implantó el nuevo presidente, por sí solas no sirvieron para mejorar la economía (hasta que el país no entró en guerra, diez años después, no se recuperó eficientemente), pero el nuevo clima de esperanza que se impuso en la población fue el empujón que el sistema necesitaba para no acabar desintegrándose. Los discursos radiofónicos de Rossevelt, por rutina semanales, iban en esa dirección; levantar el ánimo y acabar con el pánico generalizado. En una de sus primeras alocuciones tras ser investido en 1933, dejó la frase que marcaría el camino para la recuperación: "De lo único que debemos tener miedo es del propio miedo". Unos meses después Who's Afraid of the Big Bad Wolf? sonaba en las salas de cine de todo el país para reforzar la propaganda presidencial, identificando subliminalmente al Lobo Feroz con los enemigos de la nación como la crisis, el marxismo o el fascismo.

No es la cola del cine, no. Es la del paro, durante la Gran Depresión

Disney obtuvo un producto excepcional, técnicamente sublime, de narrativa innovadora, con una música popular pegadiza y celebrada y, sobretodo, con el mensaje deseado por el público. The Three Little Pigs fue un éxito total en un momento muy complicado, labrando así el longevo futuro de la compañía. La película se mantuvo en cartel durante años y, en algunos casos, las salas tuneaban el cartel anunciador pintando unas barbas postizas en los personajes para mostrar orgullosas al espectador el tiempo que hacía que se proyectaba en sus pantallas. La fórmula tuvo tanta notoriedad que estuvo de nuevo presente en posteriores Symphonies. Así, tanto los personajes como la canción volvieron a aparecer en The Big Bad Wolf (1934) junto a la Caperucita Roja y su abuelita, en una revisión del clásico de Perrault; en Three Little Wolves (1936) donde los tres cerditos cedían el protagonismo a los tres lobitos; y en The Practical Pig (1938) continuación de la saga. Las otras productoras también se apuntaron al carro del Lobo Feroz, como la United Artists y su Big Bad Wolf (1934) con dibujos de Ub Iwerks; la MGM con Blizt Wolf (1942) propaganda de guerra donde el lobo se convierte en un feroz Hitler; y ya más adelante la Warner con sus particulares homenajes Pigs in a Polka (1943) y The Three Little Bops (1957)


The Three Little Bops, homenaje musical de la Warner a Los tres cerditos de Disney

Frank Churchill nació en 1901 en Rumford, Maine. A los quince años ya tocaba el piano acompañando las proyecciones de cine mudo en salas locales. Se matriculó en medicina por la Universidad de California, pero abandonó los estudios para dedicarse en exclusiva a su carrera musical. No en vano se encontraba en Los Ángeles en un momento dulce para desarrollar sus impulsos artísticos. En 1924 consiguió trabajo como músico acompañante en una emisora de radio angelina. En 1930, Churchill fue aceptado en la compañía Disney para poner música a sus Silly Symphonies a las órdenes de Carl Stalling. La productora tenía en plantilla tres directores y tres músicos que elaboraban las Symphonies en pareja. Frank Churchill tuvo la enorme suerte de coincidir con Burt Gillett para trabajar en el episodio The Three Little Pigs y tras el éxito de Who's Afraid of the Big Bad Wolf?, pasó a convertirse en uno de los compositores de referencia de la factoría. Cuatro años después de hacer bailar a los cerditos, en 1937, fue incluido en el privilegiado grupo que se encargaría de producir el primer largometraje animado de la historia: Blancanieves y los siete enanitos, por el que fue nominado al Óscar a la mejor Banda Sonora junto a Leigh Harline y Paul J. Smith. De Churchill son los clásicos inolvidables de aquella película Heigh-Ho, Whistle While You Work y Someday My Prince Will Come. Tanto talento no podía quedar sin premio y en 1941 obtuvo la estatuilla dorada  por la banda sonora de Dumbo y otra nominación a la mejor canción por la bellísima Baby Mine.

  Baby mine, ganadora del Óscar a la mejor canción en 1941

Después del éxito de Blancanieves, Frank Churchill se convirtió en el supervisor musical de la Walt Disney Company y pasó a ser la mano derecha del Gran Jefe, verificando los proyectos de cortos y largometrajes que se hicieron hasta que el país entró en la Segunda Guerra Mundial. Por sus manos pasaron las partituras de Pinocho y Fantasía (ambas de 1940) y de numerosas Symphonies, además de trabajar personalmente en Dumbo y en Bambi (por la que sería nominado de nuevo a la mejor banda sonora y mejor canción por Love Is A Song) Los reconocimientos obtenidos por estas dos películas era una señal clara de cuánto había cambiado la sociedad americana en tan sólo una década. Donde antes prevalecía la moraleja optimista indispensable para salir de la crisis, ahora el protagonismo lo tomaban las relaciones materno-filiales, en un momento en el que muchas madres norteamericanas sufrían por sus hijos que estaban luchando en Europa y el Pacífico.

Pero a Frank Churchill acabaron comiéndoselo otros lobos más feroces. Después de Bambi comenzó a tener problemas personales y laborales de difícil solución. Las relaciones con Walt Disney se deterioraron gravemente debido a la acumulación de acusaciones de plagio en sus canciones (acusaciones que resultaron al final falsas) y por los cada vez más habituales comentarios negativos del jefe en relación a su trabajo. Además, dos de sus mejores amigos y miembros de la plantilla de músicos de la compañía fallecieron en breve espacio de tiempo. Estos factores le sumieron en una depresión que se apresuró a regar con alcohol y finalmente tomó la decisión de dejar plantado a Disney y largarse a su rancho de Castaic, a las afueras de Los Ángeles. Allí fue encontrado el 14 de mayo de 1942, abrazado a su piano, con una pistola en la mano y un agujero de bala en la cabeza. Esta vez la moraleja tenía una sorpresa trágica: Aquel que había ayudado a que el país dejara de tener miedo a lo desconocido, no pudo vencer al final sus propios miedos.

Frank Churchill, autor de ¿Quién teme al Lobo Feroz?

Notas:
* El doblaje en español fue realizado en los estudios Des Reservoirs, de París, el mismo año 1933. Práctico y Lobo Feroz hablan castellano de la península, mientras que Fiddle y Fifer tienen un ligero acento francés.

Letra de Who's Afraid of the Big Bad Wolf? en inglés
Letra de ¿Quién teme al Lobo Feroz? en español
Lista Spotify con varias versiones de Who's Afraid of the Big Bad Wolf?:


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