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Melodías rosas

Piensa en todos los animales de los que has oído hablar alguna vez,
como rinocerontes, tigres, gatos o visones.
Hay montones de animales graciosos en este mundo,
pero ¿alguna vez has visto una pantera que fuera rosa?
Piensa. ¡Una pantera completamente rosa!

Pues sí, sería extraordinario que encontraran una pantera rosa. Tanto como un gorila blanco, un calamar gigante o un gato sin pelo. Y sin embargo éstos existen o han existido, incluida la Pantera Rosa. Porque para todas las generaciones nacidas después de los años sesenta, el gracioso felino permanece en el imaginario colectivo que es como decir que existe de verdad.


Todo comenzó de la mano del célebre dibujante Friz Freleng, al que Mirisch Productions solicitó colaboración para ilustrar en forma de dibujos animados los créditos de la película The Pink Panther (1963), del director Blake Edwards. El argumento de la película giraba en torno a un valioso brillante de color rosa en cuyo interior se adivinaba la silueta de una pantera. Esa insólita característica era la que le daba nombre a la joya y la hacía atractiva para coleccionistas y ladrones de todo el mundo. El más astuto de ellos, el misterioso Fantasma, querrá apropiarse del diamante a las primeras de cambio pero el tenaz (y muy torpe) inspector Clouseau intentará impedirlo a cualquier precio. La comedia, ágil y divertida, bien sostenida por la magistral interpretación de Peter Sellers (Inspector Clouseau) y por el guión del propio Edwards, requería para los créditos un toque ocurrente que estuviera a la misma altura y Freleng acertó creando un personaje cómico y algo granuja a partir del mismo nombre de la película. Sólo faltaba un ingrediente para que la secuencia se convirtiera en un hito en la cultura popular y vino de la mano del mejor colaborador de Edwards en esa época, su músico de cabecera Henry Mancini.

Así comienza la película The Pink Panther (1963): la primera aparición del simpático gato rosa

Henry Mancini, el autor de The Pink Panther Theme

Enrico Nicola Mancini, hijo de inmigrantes italianos recalados en Cleveland, vino al mundo en 1924 con una flauta debajo del brazo. Ese era el instrumento que más le gustaba tocar de pequeño y, en vista de que lo hacía bastante bien, su padre optó por introducirle en el estudio musical a la temprana edad de ocho años. A los doce, Henry ya tocaba el piano con soltura y al acabar la secundaria tenía claro por donde iba a transitar su vida profesional. Pero la Segunda Guerra Mundial truncó los estudios superiores de Mancini, que acabó enrolado rumbo a Europa y participando en la liberación de algunos campos de concentración casi al final del conflicto. Licenciado en 1946, consiguió trabajo como arreglista en la Glenn Miller Band de Tex Beneke, donde comenzó a adquirir una inestimable experiencia y a cimentar el bagaje artístico del que después haría gala. En 1952 Universal lo contrata para componer las bandas sonoras de algunas de las películas de serie B de la productora. Durante los siguientes años realizó las partituras de filmes como Tarántula, La Mujer y el Monstruo y Música y Lágrimas, por la que obtuvo una nominación al Óscar en 1953. Su primer trabajo en solitario para el mundo del cine fue en 1958 con la banda sonora de Touch Of Evil (Sed de Mal), una de las obras maestras de Orson Welles. La orquestación de Mancini, de sugerentes toques de jazz y aires latinos, llamó la atención de Blake Edwards, que no tardó en ficharlo para ponerle música a la serie de televisión Peter Gunn.

Peter Gunn, de Henry Mancini interpretada por su orquesta

El éxito de la banda sonora de Peter Gunn, con cerca de un millón de copias vendidas y dos premios Grammies en 1958, fue el origen de una fructífera relación entre Edwards y Mancini que dejaría más de 30 sucosas colaboraciones a lo largo de 35 años. La segunda de ellas, Desayuno Con Diamantes (1961), laureó a Mancini con Óscars a la mejor banda sonora original y a la mejor canción por Moon River (premio Grammy a la grabación del año). Dos años más tarde repetía galardón a la mejor canción por Días de Vino y Rosas, cinta también de Edwards. Por su buen hacer en el género, pronto le llovieron proyectos con otros directores que supo desarrollar magníficamente bien. Le puso música al andar de los pequeños elefantes en la película ¡Hatari! de Howard Hawks con la mítica The Baby Elephant Walk y posteriormente, Stanley Donen requirió sus servicios para Charada (por la que repitió nominación al Óscar en 1963) y Dos en la Carretera (1966). Pero fue con Edwards con quien Mancini compuso las piezas más elaboradas e impecables, empezando por la citada The Pink Panther y sus seis secuelas posteriores, pasando por La Carrera del Siglo en 1965 y terminando por El Guateque tres años después. En esta última Mancini demuestra una capacidad extraordinaria para moverse en todo tipo de estilos, desde el pop psicodélico con aires orientales (The Party), el jazz-funk (Birdie Num-Num), el bebop (Wiggy) o la bossa-nova (Nothing To Lose)

La actriz, cantante y posteriormente asesina interpreta Nothing To Lose en el filme El Guateque

El singular dúo siguió cosechando éxitos durante las siguientes décadas, entre los que figuran 10, La Mujer Perfecta (1979) y ¿Víctor o Victoria? (1982), filme con el que Mancini obtuvo dos Óscars más (mejor banda sonora y mejor adaptación musical). Por el camino, el prolífico músico de Cleveland dejó innumerables muestras de su talento como Love Theme From Romeo And Juliet, de la película de Zeffirelli sobre partitura original de Nino Rota, y las melodías de legendarias series de televisión como Hotel, El Pájaro EspinoRemington Steele o Los Ángeles de Charlie.


Podría haber puesto a las chatis de la serie, pero esta interpretación en directo merece la pena

La popularidad que obtuvo The Pink Panther llevó a Friz Freleng a pensar que quizá era una buena idea hacer un spin-off con el gracioso felino de los créditos. De hecho, no era nada nuevo pues otros personajes de Freleng creados en los tiempos en que trabajaba para Warner, como Porky Pig, Piolín o Speedy Gonzales habían conseguido ser protagonistas de sus propias series tras empezar como secundarios.  El proyecto de convertir a la Pantera Rosa en una star de la pantalla se materializó a finales de 1964 en el corto The Pink Phink con los mismos ingredientes que había usado para la película de Edwards: originalidad, humor y muchas dosis de picardía. Y The Pink Panther Theme, claro. La cinta ganó la estatuilla al mejor cortrometraje animado e inició una saga de historietas que duraría más de quince años.

The Pink Phink (1964): la Pantera Rosa discute los colores con The Little Man, una autocaricatura de Friz Freleng

Durante los primeros 18 episodios, la Pantera Rosa estuvo acompañada por la partitura original de Mancini con algún arreglo de escasa importancia a cargo de William Lava. Pero a partir del capítulo Pink-A-Boo la banda sonora pasa a ser responsabilidad de Walter Greene, un especialista de la United Artists en composiciones para cine y televisión. Greene creó nuevos arreglos de orquestación añadiendo flautas, guitarras y bajos eléctricos, además de vestir la pieza con el estilo funky go-go que ha sido distintivo de la serie y que todos identificamos. Seis únicas variaciones del genial compositor fueron recicladas y utilizadas a lo largo de los siguientes setenta capítulos, hasta que Doug Goodwin se hizo cargo de la dirección musical.

Todas las variaciones de Greene encadenadas en una sola pieza, con efectos especiales incluidos

En 1969, la Pantera Rosa deja los cines y se traslada a los hogares norteamericanos. Mirisch Corporation y DFE, propiedad de Friz Freleng, crean The Pink Panther Show, un programa de televisión de media hora que se emitirá la noche de los sábados por la NBC. En esta nueva propuesta, muy celebrada por la audiencia, el singular felino comparte protagonismo con The Inspector, un nuevo personaje basado en la figura del torpe Inspector Clouseau. La entradilla de sus episodios está acompañada por la memorable A Shot In The Dark, tema original de Mancini para la película El Nuevo Caso del Inspector Clouseau (1964) con arreglos de Walter Greene. The Pink Panther Show presenta los rasgos propios de programas del mismo género emitidos en televisión durante la época; varios episodios cortos, humor para todos los públicos, risas enlatadas y, sobre todo, un prólogo y un final con melodías fácilmente reconocibles. Este es el caso de Panther, Pink Panther From Head To Toes (Pantera, Pantera Rosa de los pies a la cabeza), tema compuesto por Doug Goodwin e interpretado por The Barbatsalos. Acompañados de los acordes de esta canción de estilo bubblegum pop típicamente sesentera, la Pantera Rosa y el Inspector viajan a bordo del Panthermobile desde algún lugar, posiblemente nuestro imaginario común, hasta las puertas de un cine de Hollywood, dispuestos a alegrarnos el día con sus aventuras.

¿Quién no ha soñado con conducir este fantástico coche?

¡Eh, un momento! ¡Que os dejáis a la Pantera Rosa!

El show de la Pantera Rosa continuó emitiéndose ininterrumpidamente a lo largo de la década de los setenta, con alguna variación renovadora cada par o tres de años, pero sin alterar la fórmula que le había llevado al éxito (y con nuevas melodías de Goodwin). El Inspector dejó paso a nuevos personajes que intentaron competir con la brillante figura de la burlona pantera, como los sapos Pancho y Rancho, el tiburón Misterjaw, la grulla Piernas Locas Crane o el azul Oso Hormiguero pero todos fracasaron en la ruda empresa. La Pantera Rosa fue la reina del espectáculo hasta que el show dejó de existir el 1 de febrero de 1980. Posteriormente, otras cadenas y productoras revivieron el personaje dotándole de habla pero, respetando la máxima que dice que el arte acaba donde empieza el sacrilegio, dejaremos ahí la historia del dibujo animado más entrañable de todos los tiempos.

Sherlock Pink (1976), una muestra de la etapa de Goodwin como arreglista

The Pink Panther Theme, de Mancini  quedará indisolublemente asociado a la figura del rosáceo felino. Cuando oímos los primeros compases del tema no podemos evitar pensar en su cadencioso caminar, alejándose de nosotros sin esconder su porte orgulloso y socarrón. Todos queremos ser como ella, tomarnos la vida a guasa, no desfallecer ante las adversidades, mirar hacia adelante y, sobre todo, ser fieles a nosotros mismos. Un objetivo perfectamente posible, al alcance de nuestra mano. Entonces, ¿quién va a negar que la Pantera Rosa existe?



Letra de Panther, Pink Panther From Head To Toes
Lista Spotify con varias versiones de Pink Panter Theme:


Lista Spotify con varias composiciones de Henry Mancini:


Licencia de Creative Commons

¿Quién teme a su propio miedo?


Al comenzar la década de los años treinta, Walt Disney ya había conseguido ganar su primer millón de dólares. Tras un inicio titubeante en el mundo de la animación, la primitiva Disney Brother's Studio consiguió consolidarse como un proyecto serio en 1928 tras el nacimiento de su más celebrado personaje, el ratón Mickey Mouse. Los dos primeros cortometrajes en los que aparecía el famoso ratón de cuatro dedos fueron en el habitual formato mudo, pero tras el desdén que cosechó de los distribuidores, Disney decidió aprovechar las nuevas tecnologías y su tercera película Steamboat Willie ya incluía el sistema de sincronización de sonido Cinephone, con el que dotaba de voz al roedor dando así comienzo a una larga y fructífera carrera cinematográfica. Sin embargo, en 1932, parecía que todo se estancaba. Ciertamente el éxito de Mickey Mouse fue tan apabullante que su sombra oscurecía cualquier nuevo proyecto de la factoría. La nueva serie de cortos musicales Silly Symphonies, estrenada un año después de Mickey, no acaba de alcanzar el nivel deseado y las distribuidoras exigieron a Disney que se asociara de alguna manera al célebre ratón, ya fuera incluyéndolo en el reparto o, cuanto menos, con su imagen en los créditos iniciales presentando la película. No era un buen momento para dejar de remar. Corrían malos tiempos para los negocios, con una crisis económica muy acentuada y un país al borde del colapso social. Además, otra productoras con más recursos, como Universal y Warner, empezaban a meter el pie en el mundo de la animación amenazando con echar por tierra los esfuerzos de la compañía. Sin embargo, en un eficaz ejercicio de supervivencia, Walt Disney supo explotar de nuevo las técnicas que estaban a su alcance para reanimar la empresa, y contrató un novedoso proceso de Technicolor que adaptó en exclusiva para sus Silly Symphonies. El primer corto totalmente en color, titulado Flowers and Trees, fue un total éxito y consiguió que la serie musical concentrara la merecida atención del público casi tanto como Mickey. Un año después, en mayo de 1933, la serie estrenaba un episodio crucial en la historia de Disney: The Three Little Pigs (Los tres cerditos), que incluía la canción Who's Afraid of the Big Bad Wolf? (¿Quién teme al Lobo Feroz?)

The Three Little Pigs, en versión española* (ver Notas)

Three Little Pigs es una revisión de la clásica fábula del mismo nombre dirigida por Burt Gillett y con guión de Boris Morkovin. La historia, por conocida, no dejaba de ser una sorpresa para el habitual público de los dibujos animados puesto que, de forma novedosa, dotaba a cada personaje de una identidad bien diferenciada. Hasta ese momento las historias en el cine animado presentaban a protagonistas únicos, acompañados como mucho por secundarios que formaban un todo uniforme, sin profundizar demasiado en ellos. Con la personalidad propia de cada uno de los cerditos, Morkovin pudo desarrollar mejor el argumento y ofrecer un relato más al estilo del cine convencional. Para completar esa caracterización, se echó mano de varios actores de reparto, habituales de las novelas radiofónicas: Mary Moder (Fiddler, el cerdito violinista), Dorothy Compton (Fifer, el flautista), Pinto Colvig (Practical, el gorrino práctico) y Billy Blechter (el fiero Big Bad Wolf)

Disney y Churchill (al piano) junto a Fiddle, Practical y Fifer

El dibujo corrió a cargo de Norman Ferguson y del numeroso equipo de animadores de la factoría (entre ellos, Art Babbitt y Fred Moore). Después de un año madurando las técnicas del Technicolor, Ferguson y los suyos pudieron presentar un trabajo muy rico en tonos y matices que marcarían posteriormente la línea a seguir en Disney. Los personajes adoptaban posturas y movimientos muy realistas, que facilitaban la identificación del espectador con su particular personalidad. Antes del estreno, sin embargo, tuvieron que modificar la escena en la que el Lobo Feroz se disfraza de feriante de cepillos para alejarlo de la imagen del buhonero judío que tanto se ridiculizaba, sobretodo en la Europa Central. La regla siempre observada por Walt Disney de ser lo más políticamente correctos en sus dibujos impuso retirar la narizota y la barba larga tan estereotipadas que podía herir ciertas sensibilidades.

A la izquierda la versión original y a la derecha la censurada (o políticamente correcta, mejor dicho)

Nótese el parecido con los vendedores judíos que recorrían Europa

 
La versión de habla inglesa que se estrenó en 1933, con el Lobo sin nariz de judío

Y, por último, la clave final del éxito vino de la mano de Carl W. Stalling y su dirección musical. Bajo su supervisión, Frank Churchill y Ann Ronell compusieron el tema principal de la película, Who's Afraid of the Big Bad Wolf? que se convertiría, a la larga, en la banda sonora de la época de la Gran Depresión. Tras cuatro años sumidos en una desbordada recesión económica, el pueblo norteamericano parecía haber tirado la toalla. El desánimo y el derrotismo atenazaban a una población que sufría los avatares de una crisis impensable una década atrás, un desastre de tal magnitud que ponía en entredicho un sistema político que parecía hasta hacía poco el mejor de los posibles. Los Estados Unidos estaban recorriendo un camino muy peligroso, en una época en que las alternativas del fascismo o del socialismo amenazaban los cimientos de su democracia. Tras las fracasadas políticas aplicadas para revertir la crisis, en 1932 se imponía un cambio de rumbo. Franklin D. Roosevelt fue elegido con la esperanza de sacar al país de un pozo cada vez más profundo y de alejarlo de un horizonte negro y espantoso. Las medidas intervencionistas que implantó el nuevo presidente, por sí solas no sirvieron para mejorar la economía (hasta que el país no entró en guerra, diez años después, no se recuperó eficientemente), pero el nuevo clima de esperanza que se impuso en la población fue el empujón que el sistema necesitaba para no acabar desintegrándose. Los discursos radiofónicos de Rossevelt, por rutina semanales, iban en esa dirección; levantar el ánimo y acabar con el pánico generalizado. En una de sus primeras alocuciones tras ser investido en 1933, dejó la frase que marcaría el camino para la recuperación: "De lo único que debemos tener miedo es del propio miedo". Unos meses después Who's Afraid of the Big Bad Wolf? sonaba en las salas de cine de todo el país para reforzar la propaganda presidencial, identificando subliminalmente al Lobo Feroz con los enemigos de la nación como la crisis, el marxismo o el fascismo.

No es la cola del cine, no. Es la del paro, durante la Gran Depresión

Disney obtuvo un producto excepcional, técnicamente sublime, de narrativa innovadora, con una música popular pegadiza y celebrada y, sobretodo, con el mensaje deseado por el público. The Three Little Pigs fue un éxito total en un momento muy complicado, labrando así el longevo futuro de la compañía. La película se mantuvo en cartel durante años y, en algunos casos, las salas tuneaban el cartel anunciador pintando unas barbas postizas en los personajes para mostrar orgullosas al espectador el tiempo que hacía que se proyectaba en sus pantallas. La fórmula tuvo tanta notoriedad que estuvo de nuevo presente en posteriores Symphonies. Así, tanto los personajes como la canción volvieron a aparecer en The Big Bad Wolf (1934) junto a la Caperucita Roja y su abuelita, en una revisión del clásico de Perrault; en Three Little Wolves (1936) donde los tres cerditos cedían el protagonismo a los tres lobitos; y en The Practical Pig (1938) continuación de la saga. Las otras productoras también se apuntaron al carro del Lobo Feroz, como la United Artists y su Big Bad Wolf (1934) con dibujos de Ub Iwerks; la MGM con Blizt Wolf (1942) propaganda de guerra donde el lobo se convierte en un feroz Hitler; y ya más adelante la Warner con sus particulares homenajes Pigs in a Polka (1943) y The Three Little Bops (1957)


The Three Little Bops, homenaje musical de la Warner a Los tres cerditos de Disney

Frank Churchill nació en 1901 en Rumford, Maine. A los quince años ya tocaba el piano acompañando las proyecciones de cine mudo en salas locales. Se matriculó en medicina por la Universidad de California, pero abandonó los estudios para dedicarse en exclusiva a su carrera musical. No en vano se encontraba en Los Ángeles en un momento dulce para desarrollar sus impulsos artísticos. En 1924 consiguió trabajo como músico acompañante en una emisora de radio angelina. En 1930, Churchill fue aceptado en la compañía Disney para poner música a sus Silly Symphonies a las órdenes de Carl Stalling. La productora tenía en plantilla tres directores y tres músicos que elaboraban las Symphonies en pareja. Frank Churchill tuvo la enorme suerte de coincidir con Burt Gillett para trabajar en el episodio The Three Little Pigs y tras el éxito de Who's Afraid of the Big Bad Wolf?, pasó a convertirse en uno de los compositores de referencia de la factoría. Cuatro años después de hacer bailar a los cerditos, en 1937, fue incluido en el privilegiado grupo que se encargaría de producir el primer largometraje animado de la historia: Blancanieves y los siete enanitos, por el que fue nominado al Óscar a la mejor Banda Sonora junto a Leigh Harline y Paul J. Smith. De Churchill son los clásicos inolvidables de aquella película Heigh-Ho, Whistle While You Work y Someday My Prince Will Come. Tanto talento no podía quedar sin premio y en 1941 obtuvo la estatuilla dorada  por la banda sonora de Dumbo y otra nominación a la mejor canción por la bellísima Baby Mine.

  Baby mine, ganadora del Óscar a la mejor canción en 1941

Después del éxito de Blancanieves, Frank Churchill se convirtió en el supervisor musical de la Walt Disney Company y pasó a ser la mano derecha del Gran Jefe, verificando los proyectos de cortos y largometrajes que se hicieron hasta que el país entró en la Segunda Guerra Mundial. Por sus manos pasaron las partituras de Pinocho y Fantasía (ambas de 1940) y de numerosas Symphonies, además de trabajar personalmente en Dumbo y en Bambi (por la que sería nominado de nuevo a la mejor banda sonora y mejor canción por Love Is A Song) Los reconocimientos obtenidos por estas dos películas era una señal clara de cuánto había cambiado la sociedad americana en tan sólo una década. Donde antes prevalecía la moraleja optimista indispensable para salir de la crisis, ahora el protagonismo lo tomaban las relaciones materno-filiales, en un momento en el que muchas madres norteamericanas sufrían por sus hijos que estaban luchando en Europa y el Pacífico.

Pero a Frank Churchill acabaron comiéndoselo otros lobos más feroces. Después de Bambi comenzó a tener problemas personales y laborales de difícil solución. Las relaciones con Walt Disney se deterioraron gravemente debido a la acumulación de acusaciones de plagio en sus canciones (acusaciones que resultaron al final falsas) y por los cada vez más habituales comentarios negativos del jefe en relación a su trabajo. Además, dos de sus mejores amigos y miembros de la plantilla de músicos de la compañía fallecieron en breve espacio de tiempo. Estos factores le sumieron en una depresión que se apresuró a regar con alcohol y finalmente tomó la decisión de dejar plantado a Disney y largarse a su rancho de Castaic, a las afueras de Los Ángeles. Allí fue encontrado el 14 de mayo de 1942, abrazado a su piano, con una pistola en la mano y un agujero de bala en la cabeza. Esta vez la moraleja tenía una sorpresa trágica: Aquel que había ayudado a que el país dejara de tener miedo a lo desconocido, no pudo vencer al final sus propios miedos.

Frank Churchill, autor de ¿Quién teme al Lobo Feroz?

Notas:
* El doblaje en español fue realizado en los estudios Des Reservoirs, de París, el mismo año 1933. Práctico y Lobo Feroz hablan castellano de la península, mientras que Fiddle y Fifer tienen un ligero acento francés.

Letra de Who's Afraid of the Big Bad Wolf? en inglés
Letra de ¿Quién teme al Lobo Feroz? en español
Lista Spotify con varias versiones de Who's Afraid of the Big Bad Wolf?:


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