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El gran salto
Cerca de mil millones de personas vieron por televisión como Neil Armstrong saltaba desde el módulo Eagle y ponía por primera vez el pie en la superficie lunar. Si ahora nos sorprenden los índices de audiencia de acontecimientos tan mundanos como una final del Campeonato del Mundo de fútbol o una gala de un reallity show, podemos entender la expectación que generó en 1969 la retransmisión en directo de un hito de tanta transcendencia. El seguimiento mediático del suceso fue espeluznante. Por un lado estaba la presión ejercida por la Casablanca para emitir el alunizaje y que se viera bien clarito de qué color era la bandera que iba a ondear en nuestro único satélite. En contra de las recomendaciones de la NASA, que veía en las cámaras adosadas al módulo lunar un exceso de equipaje peligroso para la misión, se impuso la necesidad del gobierno americano de dar urbi et orbi la buena nueva: Los americanos habían ganado la carrera espacial y se postulaban como los nuevos amos interplanetarios. No escatimaron en medios; a base de repetidores en varios puntos del planeta consiguieron que toda la población mundial pudiera seguir en directo y sin cortes (a pesar de la falta de nitidez y el ruido) el famoso "gran paso de la humanidad". Ya me dirán si no es casual que el momento álgido, el minuto de oro que llamamos hoy en día, se produjera el domingo, 20 de julio a las 22:00 horas en los televisores de la costa este americana, cuando el módulo llevaba ya casi siete horas aparcado sobre la superficie lunar. El horario de máxima audiencia en USA; el horario de la Super Bowl, por ejemplo.
20 de julio de 1969: Todo el mundo ante el televisor
Pero por otra parte, los éxitos obtenidos por la humanidad en los poco más de diez años que llevaba disputándose la carrera espacial, había generado en las masas un revival por el género de ciencia-ficción que inundaba todos los ámbitos de la cultura popular. Sucesiones de proezas tales como el satélite artificial, un animal en órbita, un hombre en el espacio o una mujer cosmonauta, hacían pensar que la literatura de Arthur C. Clark o H. G. Wells no era tan de ficción como parecía. Y la música no podía quedarse al margen del fenómeno, claro está. Sobretodo cuando se trataba de colocar un producto en lo más alto de la pirámide de ventas. Y aprovechando tanto el tirón del género como el suceso mediático más importante de la Historia, un chico de veintidós años llamado David Bowie consiguió dar su propio gran salto y colocar su tema Space Oddity como banda sonora de aquel verano.
Space Oddity compuesta e interpretada por David Bowie en 1969
Barbarella, la heroína fantaerótica del cómic de Jean-Claude Forest llevada al cine en 1968
Lost in Space, la serie de Irwin Allen que reventaba audiencias en los sesenta
Telstar, de Joe Meek: un instrumental space rock que alcanzó el nº1 en 1962
[...] Aquí Base llamando al Mayor Tom.
Has conseguido dar el gran salto
y la prensa quiere conocer qué marca de camiseta llevas.
Ahora has de abandonar la cápsula, si tienes valor [...]
Bowie también plasma el sentimiento de soledad que sufre el héroe cuando las cosas no van bien. Un paralelismo claro con los oscuros tiempos en que el artista no encontraba el reconocimiento que su talento merecía.
[...] Estoy aquí, flotando alrededor de este trasto,
muy por encima de la Luna.
La Tierra es azul
y no hay nada que pueda hacer [...]
La canción, bautizada como Space Oddity (curiosidad espacial), tenía dos características fundamentales para triunfar: brillantez y oportunismo. De la primera basta escuchar el tema para darse cuenta del talento compositivo de Bowie. De la segunda, Kenneth Pitt fue inmediatamente consciente dado los acontecimientos que estaban por venir. Así que con la película editada se fue a llamar a las puertas de las majors y en la primera de ellas, la de Mercury Records, obtuvo la respuesta que esperaba. No había mucho tiempo. La discográfica confió la producción del tema al experimentado Gus Dudgeon, que cogió la versión incluida en la promo y la vistió con unos cuantos arreglos para darle el clima cósmico adecuado. Atemperó el ritmo de la guitarra acústica, recurrió al mellotron para los efectos especiales y los acompañamientos melódicos y mejoró incluso el sonido del stylophone con el que Bowie había jugado en la pista original. Mercury lanzó el single Space Oddity el 11 de junio de 1969, un mes antes del comienzo de la misión Apolo XI. El producto estaba en el mercado a tiempo y sólo tenían que esperar. Los británicos, prudentes hasta la náusea, esperaron a ver cómo terminaba la inusual misión espacial para dar el veredicto a la canción. La BBC se negó a emitirla en antena durante ese mes de nerviosa espera y es posible que si el intento de alunizaje hubiera acabado en tragedia, Space Oddity hubiera quedado en un nuevo vano intento de alcanzar la fama. Pero Bowie tuvo suerte; Armstrong pisó la Luna y el virus de la conquista espacial infectó definitivamente a todos los sectores de la sociedad que aún permanecían inmunes. Y ahí estaba la canción adecuada, para convertirse en un hit de ventas y ayudar al incomprendido artista a dar el gran salto a la fama.
Bowie interpreta su éxito al recoger en la gala de los Ivors Novello Awards en 1970
The First Men in the Moon, de H. G. Wells, en una adaptación para televisión de 2010
Letra de Space Oddity en inglés en un cómic ilustrado por Andrew Kolb que puedes ver y descargar desde aquí
Letra de Space Oddity en español
Lista Spotify con varias versiones de Space Oddity:
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El sexo de los Muppets
Mi sobrino, que tiene poco más de dos años, tiene ya su propia banda sonora. Evidentemente sus tracks son la consecuencia de muchos programas, películas y cuentos infantiles, nada de particular en cualquier niño de su edad que balancea sus pañales al ritmo de la música. Pero si hay una canción que le apasiona especialmente y que le hace sonreír cada vez que la oye, esa es el Mah-nà Mah-nà de los Muppets (los famosos Teleñecos emitidos por TVE en los años ochenta). Siempre me ha sorprendido cómo la sencillez musical hipnotiza a las personas y la evidencia más palpable es la reacción de los pequeños ante este tema, una simple rueda de cuatro acordes a ritmo de callypso sesentero, con letra scat y coros duduá. Podría parecer que los creadores de los Teleñecos elaboraron la fórmula musical perfecta para un hit perdurable en el tiempo, pero no fue así, ni mucho menos. Simplemente se la encontraron hecha.
Mah-nà Mah-nà es obra de Piero Umiliani, para la banda sonora de la película Svezia, inferno e paradiso (Suecia: Infierno y Paraíso) de Luigi Scattini, un mondo film de 1968 centrado en los diferentes aspectos de la sexualidad femenina escandinava. Un momento ¿sexualidad? ¿Cómo acaba esta canción incluida en una película para adultos en una recurrente banda sonora infantil?
En 1969, Sesam Street está en su primera temporada. Se está haciendo un sitio entre el público norteamericano por su original manera de compaginar una propuesta meramente infantil con temas culturales y artísticos de la América de los sesenta. Y eso es mucho y muy bueno. En el episodio nº 14, aparecen unos personajes femeninos anónimos que no saben qué hacer y deciden cantar una canción. Entonces se les une un barbudo desaliñado, de aspecto beatnik, que repite el mantra "Mah-nà Mah-nà" hasta que comienzan a corearle. La forma de interpretar la canción es la hoy conocida por todos y que tanta gracia hace a los pequeños, con el barbudo improvisando ante la atónita mirada y desaprobación de las coristas que le llevan a frenar su scat y a corretear por el escenario. La improvisación del cantante, en realidad no es tal, pues usa los mismos fragmentos que canta Alessandroni en el original. Y es curioso porque Umiliani utiliza partes de otros temas ya populares (la famosa Rapsodia Sueca de Hugo Alfven, Santa Lucía de Teodoro Cottrau, Boogie Woogie Bugle Boy de The Andrew Sisters y Lullaby of Birdland de George Shearing) adaptadas al estilo de jazz cantado.
El sketch se populariza de inmediato y Henson, consciente del filón, aprovecha para crear unos personajes más muppets, con unas coristas de aspecto alienígena con bocas enormes llamadas Snouths (contracción de snout, hocico y mouth, boca) y un peludo hippy con gafas bautizado inicialmente como Bip Bippadotta (más tarde conocido como Mahna Mahna) Se presentan el 30 de noviembre de 1969 en el Show de Ed Sullivan, el top de la escena americana, con una actuación memorable, donde los personajes enfatizan su interpretación y el tema se ralentiza, dejando su inicial ritmo callypso y adoptando una disposición más lúdica, tal y como la conocemos ahora.
Cuando Henson crea The Muppet Show en 1976, el trío es de obligada aparición ya desde el primer episodio (ver vídeo del inicio) y el trampolín televisivo tiene un gran beneficiario: el mismísimo Piero Umiliani, que al año siguiente, en 1977, su banda sonora alcanza el puesto 8º de ventas en Gran Bretaña. El tema ha sido versionado infinidad de ocasiones y es recurrente en un sinfín de situaciones cómicas e infantiles de cine y televisión, siempre asociado a la interpretación de los teleñecos. Pero lo que la mayoría de gente no sabe es que cuando sus niños mueven los pañales al son de Mah-nà Mah-nà unas venus suecas de estilizados senos mueven también sus caderas sobre la nieve de Uppsala.
Lista de Spotify con algunas versiones de Mah-nà Mah-nà:
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