Archive for agosto 2013

Dios nos salve del futuro


Al caer la noche del 7 de junio de 1977 una barcaza remonta el río Támesis desde el Puente de Londres. Al pasar por los muelles de Westminster, muy cerca del Parlamento británico, un ensordecedor escándalo surge de la embarcación al tiempo que se encienden varios focos cegadores. A bordo se encuentran, además de varias decenas de borrachos con ganas de brega, un grupo de músicos punk que comienzan a tocar con toda la mala baba posible mientras multitud de personas se agolpan a la orilla del río para ver qué es aquel extraño concierto que perturba la calma nocturna. Es la víspera de la Reunión de Jefes de Gobierno de la Commonwealth, una de los más importantes ceremonias encuadradas en los actos del Jubileo de Plata de la Reina Isabel II. Así que, en cuestión de minutos, la barcaza es abordada por lanchas de la policía y se monta una importante trifulca que acaba con la detención de varios tripulantes, entre ellos, el organizador del concierto fluvial, Malcolm McLaren. Pero antes de que los agentes de Su Majestad detengan la barca, el grupo tiene tiempo de tocar con toda la intensidad y rabia posible la canción que motiva aquel desafío: Las casas del Parlamento de Inglaterra escuchan claramente como los Sex Pistols interpretan God Save The Queen, su tema más maldito en el lugar más sagrado.

God Save The Queen, el himno oficial de los... Sex Pistols

God Save The Queen supuso la coronación definitiva del movimiento punk al transgredir el sancta santorum de la sociedad británica: la monarquía. Los Sex Pistols habían jugado anteriormente al borde de la línea roja de lo políticamente aceptable por el establishment de la época, pero cuando el 25 de mayo de 1977 consiguen sacar al mercado el single con la carátula de Isabel II, una bomba de cien megatones estalló en pleno corazón de la City. La propuesta de los pupilos de McLaren sobrepasaba los límites de lo tolerable y, además, en plena celebración del aniversario de la Corona. No sólo por "versionar" el himno oficial del Reino si no por los insultos vertidos a su titular.

Dios salve a la Reina, a su régimen fascista.
Hace de ti un idiota, una bomba de hidrógeno en potencia.

Dios salve a la Reina, ella no es ningún ser humano.
No hay futuro en los sueños de Inglaterra.

Que no te digan qué tienes que hacer,
que no te digan qué necesitas
No hay futuro, no hay futuro para ti.

Dios salve a la Reina, lo decimos en serio, tío.
Amamos a nuestra Reina; Dios la salva.

Dios salve a la Reina, porque los turistas son dinero,
y nuestra figura decorativa no es lo que parece ser.

Oh, Dios salve a la Historia, Dios salve a tu loco desfile.
Oh, Señor, Dios tiene clemencia. Todos los crímenes se pagan.

Cuando no hay futuro, cómo puede haber pecado.
Somos la flores en la basura, somos el veneno en tu máquina humana.
Somos el futuro. Tu futuro.

[Dios salve a la Reina, lo decimos en serio, tío...]
No hay futuro, no hay futuro para ti.
No hay futuro, no hay futuro para mí.


Sid Vicious, Johnny Rotten, Paul Cook y Steve Kones, la formación más conocida

Los Sex Pistols tuvieron su embrión en The Strand, un grupo sin grandes pretensiones formado por el guitarrista y cantante Steve Jones a principios de los setenta. Tocaban un estilo llamado pub rock, una evolución tardía del garage británico de mediados de los sesenta, aderezado con fuertes dosis de rock and roll simple y alejado del virtuosismo del rock psicodélico y del rock sinfónico. Frecuentaban ambientes rebeldes del barrio de Chelsea, donde predominaban las doctrinas anarquistas y situacionistas, muy revalorizadas tras las revueltas juveniles de mayo del 68. El principal lugar de reunión de Steve Jones y los suyos era la tienda de ropa SEX, regentada por Malcolm McLaren y Vivienne Westwood. Esta tienda estaba especializada en el look rocker motero, muy popular en los seguidores del pub rock que se identificaban con la imagen de los primeros grupos rockers de finales de los cincuenta. La dependienta principal, conocida como Jordan, causaba sensación entre la clientela por su innovadora forma de vestir y peinarse, muy al estilo sadomasoquista, marcando una tendencia a la postre vital en el futuro movimiento punk.

Pamela Rooke, más conocida como Jordan, dependienta sui generis de la tienda SEX

En 1974 McLaren se hace mánager de The Strand y ficha a Glen Matlock como nuevo bajista. Después de regresar de un viaje a Nueva York, donde grupos como New York Dolls o Television estaban creando el germen del punk americano, se implicó con determinación en la carrera de sus pupilos y convenció a Jones de contratar un cantante que reflejara fielmente la nueva estética del movimiento. No necesitaban una gran voz, sólo querían que no tuviera el pelo largo y no vistiera como un hippie. Se presentó un tipo llamado John Lydon, con el pelo corto y teñido de verde, con una camiseta sucia y rota estampada con el lema "Odio a Pink Floyd". Fue suficiente. Cumplía todas las expectativas, no sólo por la imagen sino por su carácter marcadamente contestatario. Steve Jones rebautizó a Lydon como Johnny Rotten por su maloliente aliento y refundó The Strand, que pasó a llamarse QT Jones And His Sex Pistols, abreviado más tarde a Sex Pistols.

Así terminaban los conciertos de Sex Pistols. Haciendo amigos

Los primeros bolos de Sex Pistols cosecharon lo esperado. Eran incapaces de completar un concierto sin que terminara como el rosario de la aurora o sin que otros grupos les desconectaran los amplificadores para detener su diabólico volcán de sonido. El primer recital de cierto éxito llegó el 12 de febrero de 1976 en el Club Marquee, sin que se despejaran dudas sobre el compromiso de Rotten de cumplir las mínimas normas de civismo: al final de la actuación, el cantante arrojó al público todo lo que estaba al alcance de su mano, incluida a la partenaire habitual del grupo, la célebre Jordan.

Una de sus primeras actuaciones en TV, con Jordan dando patadas a los amplificadores

En octubre consiguen firmar con EMI para sacar al mercado su primer sencillo, Anarchy In The U.K. En este tema se daban cita todas las doctrinas aprendidas en la trastienda de McLaren y Westwood y constituía la tarjeta de presentación del movimiento punk en Gran Bretaña, alcanzando un sorprendente puesto 38 en la lista UK Singles Chart. La promo del single no defraudó a sus seguidores, pues continuaron los escándalos tanto en giras como en actuaciones televisadas en directo. Para colmo, el grupo se reafirmó en la polémica al despedir en 1977 a Matlock por considerarle poco punk (había confesado escuchar a The Beatles, algo imperdonable para Rotten y Jones) y sustituirle por un nuevo vendaval incontrolable: Simon Ritchie, más conocido con el elocuente apodo de Sid Vicious. Heroinómano y buscapleitos, Sid era una vuelta de tuerca más a la imagen demoledora que la audiencia tenía de los Sex Pistols. Inventó el baile pogo, típico de los conciertos punk, con lo que puso un argumento más para que se identificara al género con el descontrol y la violencia gratuita.

Sid Vicious, un agitador dentro y fuera del escenario

Y, entonces, la carrera de Sex Pistols llegó al punto culminante con God Save The Queen. En marzo de 1977 fichan por A&M Records, discográfica dispuesta a soportar la polémica a cambio de buenos royalties. Con el tema ya grabado y 25.000 copias dispuestas a salir al mercado, grupo y compañía escenifican la firma del contrato en una reunión que sería recordada como el culmen del escándalo, con agresiones sexuales a secretarias, peleas por los pasillos y drogas y alcohol a mansalva. A&M no espera ni una semana más, rompe el compromiso con Sex Pistols y destruye las copias para alivio de las autoridades. Pero esto no fue más que una demora. En mayo son contratados por Virgin que les producen el disco pese a las protestas de los trabajadores de la fábrica de prensado, conocedores de la letra que están a punto de publicar. El día 27 de ese mes, God Save The Queen sale a la venta frente a una marea general de indignación. El veto de las principales tiendas musicales, de la BBC y del resto emisoras de radio británicas, convirtieron al tema en el más censurado de la historia. Pero McLaren y los suyos no se amilanaron y continuaron con la campaña de promoción, coincidiendo con el Jubileo de Plata de la Coronación real. A la semana del episodio del Támesis, God Save The Queen alcanza el puesto número 2 en la UK Singles Chart, contra todo pronóstico y contra todo deseo de la pacata sociedad británica, insultada en lo más sagrado: la corona y su himno nacional.

El concierto en el Támesis para celebrar el Jubileo de la Reina Isabel II

El himno oficial del Reino Unido es God Save The Queen (King cuando el soberano es varón) y tiene una historia muy curiosa que por sí sola echaría por tierra esa sacralidad que los ingleses le presumen. El origen de esta cantata está en la Francia del Antiguo Régimen, durante el reinado de Luis XIV -el famoso Rey Sol-. En 1686 el rey no pasaba por sus mejores momentos. Hacía años que padecía una fístula anal que prácticamente le incapacitaba para ejercer el gobierno del país. Sometido a dolorosos tratamientos de dudosa eficacia, Luis dice basta y pide a su cirujano personal que acabe de una vez por todas con su sufrimiento cortando el problema de raíz, literalmente. Extirpar hemorroides es algo novedoso al tiempo que arriesgado, pues ni siquiera el primero de los franceses está libre de las infecciones que tal carnicería podría provocar. Toda la corte permanece en vilo hasta que el médico confirma el éxito de la operación y el total restablecimiento de su majestad. Francia entera se echa las calles para festejar la buena noticia y se suceden las muestras de júbilo mediante obras teatrales, poemas y cánticos, perpetrados por advenedizos cortesanos deseosos de figurar. Como la duquesa de Brinon, superiora de la Maison Royale de Saint Louis (un internado para señoritas nobles venidas a menos), que compone un motete basado en los Salmos del Rey David. Al año siguiente Jean-Baptiste Lully, el compositor favorito de Luis XIV y director de la Real Academia de Música, reúne en un Tedeum varias de las composiciones dedicadas a agradecer a dios la curación del rey e incluye el motete de Madame Brinon bajo el título de Grand Dieu Sauve Le Roi, haciendo varios arreglos de cosecha propia que confieren a la obra la forma que hoy en día conocemos.

La original Grand Dieu sauve le Roi, de Brinon/Lully (1686)

La tonada es celebrada y muy popular, convirtiéndose en la representación no oficial de la monarquía durante el resto del reinado de Luis XIV. Georg Friedrich Händel, en su vista a París en 1714, queda impresionado por el entusiasmo que el himno cosecha en todos los estratos sociales de Francia. Cuando ese mismo año es llamado a Londres para componer la banda sonora de la coronación del rey Jorge I, no se le ocurrió otra cosa que echar mano de la obra de Lully adaptando la letra al inglés. Desde entonces, y al igual que en el reino vecino, la cantata se convierte en el himno oficioso del país, no refrendado por el Parlamento pero cantado en todas las ceremonias donde el soberano hace acto de presencia. Después de las Guerras Napoleónicas, cuando en Europa se restauran las monarquías absolutas, éstas adoptan God Save The King como himno particular. Así, tanto el Imperio Ruso (Molitva Russkikh, desde 1816 a 1833) como el Alemán (Heil dir im Siegerkranz, desde 1871 a 1918) y después monarquías tan variopintas como Noruega (Kongensangen, desde 1906) y Liechtenstein (Oben am Jungen Rhein, a partir de 1951) lo declararon himno oficial. Hoy en día, es representativo de los países de la Commonwealth, que tienen a la reina británica como jefe de estado (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, etc.) Curiosamente, dos países sin monarca como son Suiza (Rufst Du, Mein Vaterland, de 1850 a 1961) y los Estados Unidos (My Country, 'Tis Of Thee, hasta 1931), tuvieron esta tonada como himno nacional en determinado momento de su historia aunque, claro está, con la letra totalmente modificada.


El himno británico y de muchos otros países

Después de God Save The Queen, los Sex Pistols deciden publicar su primer álbum, llamado Never Mind The Bollocks, Here's The Sex Pistols, según la revista Rolling Stones el disco más excitante del rock de los años setenta. A pesar de ser más un recopilatorio de sencillos anteriores que un trabajo novedoso, el álbum continuó siendo una provocación total, con groserías hasta en el mismo título, y recabó la protesta explícita del mismísimo ministro de educación. De nada le valió a éste emprender una campaña de boicot contra el álbum, prohibiendo anuncios o presionando a las tiendas para censurar su venta. En diciembre de 1977, Never Mind The Bollocks se convirtió en el número uno en ventas en las listas británicas, poniendo al punk en la cúspide del panorama musical. Sin embargo, poco imaginaban Malcolm McLaren y los suyos que esa bomba de relojería ya tenía la mecha encendida y le quedaba menos de un mes para estallar por los aires. 1978 comenzaba con los Sex Pistols de gira por el profundo sur de Estados Unidos. Se buscaron a propósito actuaciones en locales frecuentados por rednecks de extrema derecha, garitos que acababan con el mobiliario hecho añicos. En esta gira Sid Vicious sacó lo peor de su repertorio y terminó en numerosas ocasiones entre rejas. Iba tan pasado de vueltas que Johnny Rotten, que no era precisamente un dechado de virtudes, decidió que ya había bastante y abandonó la gira volviendo a Londres. Sin Rotten el grupo continua unos meses más en los que Sid se hace con el micrófono, grabando My Way y alcanzando un meritorio sexto puesto en la UK Singles Chart. A finales de 1978 los Sex Pistols ya no existen; Rotten y Sid inician sus carreras en solitario, el primero recuperando su nombre original (John Lydon) y el segundo afincándose en Nueva York y compartiendo escenarios y jeringuillas con Nancy Spungen. El 2 de febrero de 1979 Sid Vicious murió por una sobredosis de heroína confirmando el mensaje de God Save The Queen: que no había futuro alguno y, menos, para el punk.

Sex Pistols, una intensa y corta historia de provocación y protesta

La reina Isabel II tiene por costumbre no cantar nunca God Save The Queen. Quizá sea mal augurio pedir a Dios por su salvación personal, quién sabe. El caso es que por el tiempo que lleva reinando y por la buena salud que aparenta, podríamos decir que Dios ha hecho caso de las plegarias de los británicos, ya sea a través de la tonada de Lully o de las guitarras de Sex Pistols. De momento el futuro es incierto para muchos británicos aunque quizás para su hijo Carlos sea un poquito más oscuro.

Lista Spotify con varias versiones de God Save The Queen:


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La tragedia de un seductor


La noche del 29 de diciembre de 1916, Grigori Rasputin acudió a su cita con el príncipe Yusúpov, en el Palacio Moika de San Petersburgo, sin saber que acudía también a una cita con la muerte. Después de una velada llena de venenos, traumatismos y muchas balas, el cadáver de Rasputin fue abandonado en las aguas del helado río Neva poniendo fin así a la peligrosa situación por la que atravesaba el Imperio Ruso. Acabar con él fue la solución de emergencia a la que llegaron tanto la aristocracia del país como los servicios secretos británicos, dado que la influencia que ejercía en los zares amenazaba los cimientos del imperio y su continuidad en la I Guerra Mundial como aliados de Francia e Inglaterra. La ascendencia de Rasputin en la familia imperial fue de tal calibre que su vida y trágico final han sido glosados durante el último siglo por historiadores, sociólogos y -cómo no- artistas de todos las disciplinas. Y en el caso que nos ocupa, el recuerdo sonoro más afamado que ha tenido la figura del monje siberiano fue el que le dispensaron un puñado de caribeños comandados por el productor Frank Farian. Me refiero, cómo no, al tema Rasputin de los inolvidables Boney M.

Rasputin (1978) éxito del grupo Boney M

En 1975, el cantautor y productor alemán Frank Farian le echó el ojo al mundo de la música disco. Había producido un tema de cierto éxito en Holanda, Baby Do You Wanna Bump? y decidió ponerse en serio y comerse el mercado alemán. Quería crear un producto que llamara la atención de la audiencia, algo a medio camino entre los escandinavos ABBA y los grupos disco americanos, al estilo escénico de los Earth, Wind & Fire. Para ello necesitaba determinados elementos para conseguir ese cóctel perfecto, tales como unas composiciones de ritmo pegadizo, unos coros femeninos competentes y unos bailarines singulares. La música sería obra suya, incluso ya tenía pensado en poner voz a la parte principal. Para los coros se hizo con los servicios de la cantante jamaicana Marcia Barrett, que llevaba tiempo viviendo en Alemania y actuando en grupos de escasa repercusión. Marcia requirió a Farian los servicios de su compatriota Liz Mitchell, que había hecho sus pinitos en musicales como Hair y deambulaba por los circuitos soul y disco de Inglaterra. No eran voces extraordinarias pero sí lo suficientemente competentes para musicar las obras que Farian tenía en cartera. Pero el visionario productor tenía algo más en la cabeza. Puso una caribeña más entre las coristas, la modelo Maizie Williams, Miss Belleza Negra en 1973, que se limitaría a lucir palmito y seguir los pasos de baile de sus compañeras. El punto fuerte del grupo correspondía a Bobby Farrell, un disck-jockey antillano afincado en Alemania y conocido en ambientes de discoteca por su particular forma de animar a la audiencia. Bobby cumplía con las expectativas de Farian para completar su producto: se limitaría a fusilar la voz principal con un descarado playback y se encargaría de atraer la atención del público con sus extravagantes bailes. Con estos mimbres, bautizados como Boney M, Frank Farian llevó a estudio diez pistas y sacó al mercado el álbum Take The Heat Off Me, de resultado bastante desalentador. Sin embargo,   no se desanimó y durante el verano del 76, el grupo fue habitual en ferias y clubs por toda la geografía teutona. En septiembre actúan en el programa Musikladen de la televisión de Bremen, interpretando Daddy Cool, el tema más prometedor de su disco de debut, y a la semana siguiente ya eran número uno en ventas en la República Federal. Farian ya tenía su producto disco y, además, en buena disposición de asaltar el mercado internacional.

Primera aparición de Boney M en televisión (Musikladen, Radio Bremen)

Lo que se llamó música disco, la música que se escuchaba en las discotecas durante los setenta, fue un género derivado del soul, del funky y del rhythm and blues de finales de la década anterior. En la costa este americana comenzó a desarrollarse un tipo de soul, denominado soul de Philadelphia, caracterizado por sugestivas percusiones y sofisticadísmos arreglos de cuerdas. Este nuevo estilo triunfó en las salas de baile, especialmente en las de Nueva York que en esa época marcaban la tendencia, como la conocida Studio 54. Los primeros éxitos disco en las listas Rhythm and Blues americanas aparecieron en 1974 con temas tan míticos como Rock The Boat de The Hues Corporation, Love's Theme de Barry White o Never Can Say Goodbye de Gloria Gaynor. En 1975, el género se internacionaliza y se consolida definitivamente, gracias a artistas de la talla de Donna Summer, The Jackson 5, Labelle o los Bee Gees y su banda sonora de la película Saturday Night Fever, donde destacan los temas Jive Talkin' y Stayin' Alive.

Stayin' Alive de los británicos Bee Gees, el gran éxito de las discotecas en los 70

El tirón del nuevo género parece imparable. Las discográficas imponen a la mayoría de sus artistas la adaptación a la corriente boogie, creando engendros difíciles de aceptar por parte de la incondicional audiencia. The Rolling Stones, KISS, Electric Light Orchestra y Barry Manilow fueron algunos de los que a mediados de los setenta traicionaron su trayectoria musical y acogieron los ritmos disco en su repertorio, para disgusto de sus seguidores. El 12 de julio de 1979 tuvo lugar en Chicago la Disco Demolition Night, una acción simbólica dirigida por los principales djs de emisoras rock, en la que se quemaron discos de la música maldita, al estilo de la quema de libros en la Alemania nazi. El acto acabó como el rosario de la aurora, aunque consiguió establecer en la opinión pública una clara frontera entre la música disco y el resto de estilos evolucionados desde el rhythm and blues. Quizá ya no fuera necesario, pues a esas alturas el género estaba pasando por una regresión que a la postre acabaría con él. A comienzos de los ochenta los sobrecostos de la producción musical se acentúan. Se sustituyen los acompañamientos de cuerdas y metales por samplers y sintetizadores, simplificando los temas y "desvistiéndolos" de las características que le hicieron triunfar. Esto significó el fin hacia 1982 de la música disco, que acabó derivando en subgéneros más minoritarios, como el dance o el house.

Funkytown, de Lipps Inc. La música disco evolucionando no se sabe hacia dónde

Boney M tuvo la suerte de aparecer en la época de oro de la música disco. Tras el éxito de Daddy Cool, llegó su segundo lp, Love For Sale (1977) donde destacaban Ma Baker y Belfast. Con estas últimas, el grupo alcanzó el Top Ten en las islas británicas suponiendo el espaldarazo definitivo en su carrera profesional. Al año siguiente publicaron Nightflight To Venus, trabajo que logró el número 1 absoluto en la lista UK Album Chart. Este disco estaba repleto de hits que por sí solos copaban las listas de ventas en Inglaterra. Frank Farian se hizo valer de versiones de temas de cierto éxito anterior, como Rivers Of Babylon (del grupo reggae The Melodians), Heart Of Gold (de Neil Young) o King Of The Road (de Roger Miller) pero también compuso dos de los mayores éxitos del grupo: Brown Girl In The Ring y la citada Rasputin.

El productor alemán Frank Farian. Años después "se inventó" a los Milli Vanilli

Grigori Yefímovich Rasputin, provenía de un miserable pueblo de Siberia donde llevó una anodina y fría vida hasta que cumplió los dieciocho años. Pasó tres meses recluido en un monasterio como pena por haber robado unos caballos; allí experimentó el misticismo sui generis de la secta jlysty, que promulgaba el dolor y el pecado como vías para alcanzar la verdadera fe. Para obtener dolor la secta se valía de la autoflagelación, nada nuevo en el cristianismo fundamentalista de finales del XIX. Pero el camino del pecado era una senda repleta de fiestas sin freno donde abundaba el alcohol y el sexo a raudales. Esta forma de evangelizar, junto a un poderoso y atractivo físico (literal, pues se dice que estaba particularmente bien dotado), resultaron decisivas para que a Rasputin se le abrieran muchas puertas, sobre todo femeninas. Después de un largo periplo por el próximo oriente, donde se empapó de esoterismo, teosofía y otras artes ocultas, recaló en San Petersburgo, la capital del Imperio Ruso. Gracias a su poder de seducción, no tardó mucho en frecuentar círculos aristócratas, interesados además en conocer todo tipo de ciencias enigmáticas. Las virtudes de Rasputin, especialmente las sanadoras, llegaron a oídos de la zarina Alejandra, que necesitaba con urgencia un remedio a la enfermedad del heredero a la corona, el zarévich Alexéi. El pequeño de los Románov sufría hemofilia, una dolencia hereditaria e incurable, que amenazaba la continuidad de la dinastía (era el único hijo varón); una herida por leve que fuese o una simple contusión provocaría el fin de Alexéi de forma irremediable. Pese a los cuidados de los médicos, Alexéi se encontraba entre la vida y la muerte cuando Rasputin fue llamado a visitarle. Gracias a la hipnosis y a sus dotes de sugestión, el zarévich mejoró y el monje se convirtió automáticamente en el favorito indiscutible de la zarina y de la corte imperial. Desde entonces ejerció una poderosa influencia en la familia Románov que no pasó desapercibida en todos los círculos sociales de un país al borde del abismo. Las orgías que presidía en palacetes de la alta sociedad estaban en boca de todos, para indignación de políticos y nobles ultraconservadores. Pero la gota que colmó el vaso fue su intento de convencer al zar Nicolás para que se retirara de la infame guerra que estaba desangrando al imperio. En esa partida de poder sus enemigos movieron ficha con determinación; los días de Rasputin estaban contados.

Con esta planta, Rasputin volvía locas a las duquesas

La letra escrita por Frank Farian para Rasputin refleja bastante bien todas las circunstancias que rodearon la enigmática figura del santón siberiano. La puesta en escena de Boney M tampoco se quedaba atrás. Bobby Farrell, disfrazado de cosaco, con una barba postiza imitando la imagen de Rasputin por todos conocida, ponía la guinda a un tema musicalmente bien resuelto, con un ritmo festivo y un estribillo pegadizo. La melodía goza de atractivos aires orientales gracias a que Farian utilizó partes del tradicional turco Üsküdar'a Giderken para las estrofas principales. El resultado se convirtió en la canción más aplaudida en las discotecas europeas durante el verano del 78.


Üsküdar'a Giderken, el clásico del folclore turco que sirvió de inspiración para Rasputin

Para sorpresa de todos, los Boney M obtuvieron un éxito sin precedentes al otro lado del telón de acero. Reclamados por el mismísmo Leónidas Brehznev, presidente de la Unión Soviética, el grupo fue invitado a celebrar una serie de conciertos en Moscú a finales de 1978. Allí se tomaron imágenes de los artistas ante emblemáticos edificios de la ciudad que posteriormente sirvieron para editar el videoclip oficial de Rasputin. Paradójicamente, esta fue la única canción vetada en los escenarios moscovitas por parte de las autoridades soviéticas, situación que se repitió en las giras por Hungría, Checoslovaquia y Polonia. En esta última, tuvieron la osadía de interpretarla en vivo durante el concierto en Varsovia de 1979, pero el régimen, condescendiente, se limitó a borrarla de las posteriores emisiones por la televisón estatal. La notoriedad de Boney M también se extendió por España gracias a las actuaciones televisivas de Fin de Año, de las que todos recordaremos temas adhoc para el público hispano como Feliz Navidad o El Lute, incluidas en su álbum Oceans Of Fantasy (1979)

Un grupo de caribeños pasándolo mal... muy mal

El producto Boney M comenzó a tambalearse al mismo tiempo que se venía abajo el castillo de la música disco, allá por el año 1982. Los problemas comenzaron con el miembro del grupo más insospechado, el bailarín Bobby Farrell. Cansado de su papel de comparsa exigió a Farian abandonar la teatralidad del playback y poder mostrar sus dotes artísticas que él creía más grandes de lo que en realidad eran. La respuesta del productor fue despedir a Farrell sin contemplaciones y sustituirlo por Reggie Tsiboe, un notable cantante africano que podía dar el punto necesario de calidad que Boney M necesitaba. Pero en el escenario Tsiboe no funciona igual que Farrell. Los movimientos inusuales de Bobby eran la seña de identidad del grupo, algo a lo que los seguidores no estaban dispuestos a renunciar, por lo que dos años después Farian tuvo que rectificar y readmitirle, cediendo en sus pretensiones pese a la pérdida de talento que eso implicaba. La falta de renovación era paralela a la que sufría la música disco en esa época, incapaz de evolucionar y enriquecerse de otros géneros, condenándose a desaparecer en un futuro no lejano. A pesar de dar su brazo a torcer, Farian comprendió que a Boney M le quedaban pocos días. Finalmente la banda se disuelve sin mucho ruido en 1985 reapareciendo esporádicamente en revivales y reuniones muy celebradas por los nostágicos del género.

Roberto (Bobby) Alfonso Farrell bailó hasta que el destino dijo basta

Sin embargo, a Bobby Farrell la vida le tenía preparado un desenlace más trágico. En los años noventa intentó relanzar su carrera en solitario pero no obtuvo la respuesta adecuada. Con el nuevo siglo retomó la fórmula Boney M, reclutó a tres jóvenes cantantes de color y volvió a llenar los escenarios con sus bailes de marioneta. Aunque ya no tenía edad para desencajarse los huesos tan alegremente como treinta años atrás, sus actuaciones aún conservaban el poder de seducción que le habían hecho famoso, sobre todo entre el público del este de Europa. Después de una sudorosa actuación, el 29 de diciembre de 2010, Bobby sufrió un infarto fatal en la habitación del hotel Ambassador de San Petersburgo. El macabro destino quiso que muriera el mismo día y en la misma ciudad en la que murió Rasputin, casi cien años antes.



Lista Spotify con varias versiones de Rasputin:


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